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Accountability fiscal

Por: MDF. Ricardo Manuel Derreza Gutiérrez
Asesor y planeador fiscal

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Basado en el último libro que me recomendaron, llamado El principio de OZ, el cual propone un método sencillo para que las personas logren hacerse cargo de sus responsabilidades, permitiéndoles alcanzar el éxito en sus tareas cotidianas; el presente artículo busca aterrizar dicho método en la materia fiscal y hacer conciencia en el contribuyente de todas aquellas operaciones que realizamos día a día, sin considerar el impacto tributario que tienen.

El procedimiento plantea una delgada línea que sirve para separar el éxito del fracaso, las grandes empresas de las comunes y, en este caso, una situación fiscal cumplida y una vulnerable. El objetivo es evitar estar inmersos en el “ciclo de la víctima”, el cual menciona acciones por debajo de la línea, como esperar a ver, confusión, señalar como culpables a otros, ignorar o negar. De lo contrario, acciones arriba de la línea serían verlo, adueñárselo, resolverlo y hacerlo. En este sentido, el principio de OZ menciona una lista de excusas reales al fisco americano que los contribuyentes que pagaron fuera de término sus impuestos dieron al International Revenue Services (IRS):

  • “No sabía que era hoy el plazo final”.
  • “No me di cuenta de que ya estábamos en abril”.
  • “Temía que ir con un profesional en impuestos era peor que ir al odontólogo”.
  • “Me acabo de divorciar y casi ni puedo manejar mi vida, mucho menos mis impuestos”.

Todas estas excusas son situaciones reales que están muy cerca del pretexto que vivimos como contribuyentes día con día, y por el cual hemos adoptado un papel de víctima frente al fisco, donde si bien somos el sujeto pasivo de la relación jurídico tributaria, en realidad hemos cumplido de forma literal adoptando pasivamente todas las regularizaciones fiscales. Este papel de víctima inspiró un organismo como la Prodecon, que desde hace 8 años se ha encargado de enfrentar las acciones injustas del fisco, sin embargo, nos ha faltado hacer frente a nuestras operaciones económicas, en vez de darle la vuelta, como muchos, al tema de los impuestos.

Si buscamos justicia tributaria, es necesario que empecemos a actuar arriba de la línea, es decir, quitarnos de excusas del porqué nos toca pagar lo que pagamos o quedarnos con lo que se nos retiene como personas físicas y proceder de forma inteligente, optimizando la administración de nuestros recursos. Es importante que no discriminemos los montos de operación que tenemos, ya que el principio de una responsabilidad como contribuyentes es hacer conciencia de todas nuestras operaciones financieras, no importando la cantidad, pues así se crea un hábito que evitará estar en una situación vulnerable contra el fisco.

Es importante señalar que una de las razones por las cuales muchos empleados del SAT fueron despedidos en 2018, es porque ya no es necesario tanto personal para fiscalizar; desde hace varios años se ha venido trabajando en implementar tecnologías que nos ayuden a tener acceso a la información financiera de los contribuyentes, dejando de esta forma acorralados a todos aquellos que realizan operaciones financieras buenas que parecen malas.

Por esta razón, es necesario que dejemos de justificar que nuestra situación fiscal no está del todo bien por razones como “el contador no me dijo” o “el contador no ha mandado las declaraciones” y busquemos estar más informados frente a estos temas. De esta manera también se generará que los contadores sean más competentes en su trabajo y no den razones falsas del porqué se cancelaron sellos o se tienen que pagar multas y recargos; es muy fácil deslindar responsabilidades ante los clientes, pues, por lo general, no se han preocupado por conocer el sistema.

Si deseamos que el pago de nuestros impuestos sea mucho más cercano a nuestra capacidad contributiva y queremos evitar ser molestados por la autoridad, es necesario dejarnos de justificar y hacer frente a esta materia de una forma mucho más activa, hoy en día contamos con el acceso inmediato a la información y no debería haber pretexto para continuar diciendo: “es que eso es sólo para contadores”.