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Antifragilidad: el despertar del genio

Por: MPO. Jennifer Amozorrutia
Experta en Cultura y Ambiente Laboral
jamozorrutia1@gmail.com

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Hemos vivido acontecimientos que han cambiado el mundo que conocíamos. La pandemia de COVID-19 nos ha forzado como humanidad a romper viejas estructuras, modificar la forma de hacer las cosas y transformar nuestra manera de pensar.

El escenario actual se define a través de las características de un entorno VUCA (en el cual todos hemos experimentado lo volátil, lo incierto, lo complejo y lo ambiguo. Como medida de respuesta, muchas personas y organizaciones optan por desarrollar la resiliencia, que se relaciona con la capacidad de adaptarse a situaciones difíciles, superando la adversidad para sobrevivir a estresores externos. Sin embargo, la complejidad vigente nos presenta condiciones sin precedentes e inimaginables que obligan a ir más allá.

El autor Nassim Nicholas Taleb, autor del libro Antifrágil, nos revela una verdad difícil de digerir, pero con un gran aprendizaje: “La dificultad es lo que despierta al genio”. Y vaya que son las dificultades las que nos han enseñado grandes lecciones. Esta es la base del concepto de antifragilidad.

La antifragilidad: el despertar del genio

Para definir este concepto, Taleb describe a la fragilidad como algo que está amenazado por la incertidumbre, el desorden y la aleatoriedad, causando algún tipo de impacto negativo. Más que evitar los hechos, nos invita a estar abiertos a ellos.

Por lo tanto, la antifragilidad significa encontrar los beneficios del desorden y crecer ante la volatilidad e incertidumbre del ambiente y generar aprendizaje. Absorber el caos; va más allá de la resiliencia, ya que no solamente se trata de recuperarse de los estresores y regresar a un estado de normalidad o adaptación.

Despertando la antifragilidad en las organizaciones

 

En las organizaciones, adoptar el concepto de antifragilidad es clave para prosperar en épocas de cambios constantes y preguntarnos: ¿las acciones que estamos emprendiendo se enfocan solamente para sobreponerse de alguna contingencia? O ¿estamos aprovechando las contingencias para entablar acciones orientadas a crear una cultura de aprendizaje, mejora continua e innovación?

Las compañías que integran la antifragilidad a su estrategia les dan la bienvenida a los constantes cambios, a la incertidumbre del mercado y a la aleatoriedad de eventos para generar aprendizajes a partir de los errores. Buscan retos para reinventarse y mantienen un enfoque receptivo a los eventos no previstos para diseñar diversas soluciones que, de otra forma, no hubieran podido idear.

Algunos ejemplos de acciones organizacionales para integrar este innovador concepto incluyen:

  • Darle importancia al error, no para sancionarlo, sino para aprovechar la nueva información y encontrar oportunidades de mejora.
  • Fomentar la práctica del risk management, para identificar, evaluar y priorizar riesgos, detectar vulnerabilidades y así minimizar el impacto de eventos.
  • Promover organizaciones inteligentes, formando la capacidad de trabajar colectiva y sistémicamente para crear culturas de aprendizaje continuo.
  • Impulsar la participación e involucramiento de los colaboradores para el desarrollo de ideas a través de la creatividad de las personas.
  • Reforzar la formación de lugares de trabajo diversos y aprovechar el potencial, talento y experiencia personal y profesional de los colaboradores.

Una de las lecciones más valiosas que nos ha enseñado esta nueva realidad es que lo incierto y lo aleatorio nos han forzado a reinventarnos como personas y organizaciones. Te invito a despertar al genio y estar abiertos a la volatilidad. A reinventarse continuamente y abrir las puertas al aprendizaje.