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Comunicación no verbal: lectura entre líneas de mensajes clave

Por: DCH. Edgar Josué García López
Doctor en Ciencias y Humanidades, por la UNAM y la UAdeC; investigador de la UCEM y del GICOM
edgarjosuegl@hotmail.com

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Los procesos de comunicación son unos de los fenómenos de la interacción humana más fascinantes que existen debido a una de las principales características de su naturaleza: la polisemia, entendida como los diferentes significados que se le pueden conceder a un signo; y aunque esta cualidad se le ha otorgado originalmente a las palabras, recientemente se ha extendido también a otro tipo de mensajes. Para fines de este diálogo con el lector, hemos de comprender como comunicación no verbal todos esos procesos que no tienen que ver para nada con las palabras, es decir, expresiones que sin ser discursos lingüísticos se prestan para múltiples interpretaciones.

En la dinámica de las organizaciones muchos de estos mensajes se pasan por alto, teniendo desafortunados efectos por ignorancia o indiferencia respecto a ellos. Y es que, en cierto modo, “se dice más, con lo que no se dice”. Partiendo de la idea de que hasta la mínima reacción frente a un mensaje puede considerarse un feedback, no existen mensajes sin respuesta, dicho de otra forma: el único mensaje que no la tiene es aquel que no llega a su destino, por lo tanto, hasta la mínima señal es digna de ser interpretada. Bajo esta premisa es que lo no verbal toma relevancia, además de las palabras, el resto del mensaje se compone de gestos, posturas, vestimenta, desplazamientos, volumen o ritmo, entre otros tantos signos que, de no tomarse en cuenta, pasarán a ser tarde o temprano grandes barreras para la comunicación.

En la comunicación no verbal hay que considerar que la mayoría de las veces los mensajes no tienen la intención de ser emitidos, sino que existe en el receptor una capacidad de interpretación que no siempre puede ser controlada, lo que da origen a que constantemente se esté intentado descifrar infinidad de signos que no tiene la intención de comunicar nada o, por lo menos, no voluntariamente, en ello se puede asumir una mayor responsabilidad del interpretante más que del emisor. Esa situación resulta paradójica, ya que, por un lado, tal condición puede ser ventajosa para descifrar contenidos entre líneas, pero, por el otro, se corre el riesgo de querer encontrarle un sentido que no existe a cualquier señal.

Es por lo anterior que el estudio de la comunicación es indispensable para un acercamiento a una interpretación más acertada, diversas perspectivas teóricas lo han abordado con mayor o menor profundidad y seriedad, desde el ámbito de la interacción interpersonal hasta el organizacional. Por ejemplo, los integrantes del Colegio Invisible, también llamado Escuela de Palo Alto, abordan una perspectiva de estudios sobre la interacción social, cuyo mayor auge se manifestó en aquella ciudad estadounidense entre las décadas de los sesenta y setenta, pero que sigue teniendo impacto hasta la fecha, se enfocaron en todo tipo de formas de comunicación no verbal reconocidas hasta ese entonces, desde el uso del espacio, los gestos, el movimiento o la manifestación de las emociones, por mencionar algunos ámbitos de su interés. Desafortunadamente, en la actualidad existe tal cantidad de literatura sobre el tema que de no analizarse con sentido crítico se corre el riesgo de caer en manos de embaucadores que se asumen como expertos.

Ahora bien, aunque existen diversos tipos de comunicación no verbal, es posible hablar de tres como los más comunes: a) paralenguaje, entendido como los aspectos que acompañan a la comunicación verbal, ya sea volumen, ritmo, énfasis, dicción; b) kinésica, refiriéndose al movimiento corporal y los gestos; y c) proxémica, atendiendo al uso del espacio personal y la distancia social. Otros autores se han especializado en aspectos concretos que han facilitado la comprensión de este amplio campo, por ejemplo, los psicólogos Haggard e Isaacs, primero, y posteriormente Ekman, se enfocaron en las llamadas microexpresiones, es decir, proyección de las emociones mediante momentáneas expresiones faciales, involuntarias e imposibles de reprimir; temática que, por cierto, fue el leitmotiv de la serie de televisión estadounidense Lie to me, protagonizada por Tim Roth entre 2009 y 2011.

Un reciente resurgimiento en el interés por la comunicación no verbal ha traído consigo, además, la aceptación de temas que antes no se consideraban de rigor científico, como el impacto de la imagen personal, la postura, el saludo, la vestimenta, entre otros. Aspectos que hoy en día son indispensables para la práctica empresarial, como negociación, resolución de conflictos o acuerdos comerciales; en otros ámbitos las posibilidades se multiplican.

Cinco puntos clave de la comunicación no verbal en el ámbito organizacional:

  1. Simplificadamente, la comunicación no verbal se refiere a todas las manifestaciones del lenguaje que no tengan relación con las palabras.
  2. Su cualidad polisémica otorga mayor responsabilidad al que interpreta los mensajes que a quien los emite, debido a que este último suele hacerlo involuntariamente.
  3. Sus principales tipos son paralenguaje, proxémica y kinésica, no obstante, existen otros tipos de lenguaje también especializados o focalizados.
  4. El dominio de la comunicación no verbal es una paradoja que facilita la lectura entre líneas, pero que aumenta el riesgo de interpretaciones erróneas, lo que compromete al interesado a fortalecer su dominio.
  5. El estudio de la comunicación no verbal es un proceso de especialización constante, en donde no es factible asumir que ya se ha comprendido todo.

Es cierto que un adecuado discurso verbal es indispensable para sobresalir en cualquier ámbito, pero aquellos que logran manejar una buena comunicación no verbal tienen francas ventajas que son difíciles de igualar o superar; en otras palabras, quien logre interpretar adecuadamente este tipo de señales se colocará en otro nivel, sin embargo, será extraordinario aquel que desarrolle la capacidad de enviar mensajes no verbales cada vez con mayor precisión respecto a las respuestas esperadas, porque siempre requerirá mayor compromiso y trabajo ser emisor que receptor.