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ESTILO Y VIDA

Controla tu ira

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

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¿Cómo no enojarte, si te entregan un artículo diferente al que compraste? O ¿cómo no reclamar, si te traen tu sopa fría?, en el diario vivir nos ocurren situaciones en las cuales el resultado es negativo para nuestros intereses o no es igual al que teníamos en mente. Estos momentos desagradables nos llevan a reaccionar emocionalmente, puede ser que sean situaciones insignificantes para otros, pero para quien los vive, ser algo de vital importancia.

Desde pequeños debemos aprender a controlar el temperamento y, en este caso en específico, las reacciones de enojo y enfado que pueden resultar en arranques de ira. No estoy planteando que ya no nos enojemos por nada, porque es imposible, la ira es parte de un paquete de emociones innatas para sobrevivir.

La cantidad de energía que se libera en un ataque de ira es muchísima, así que nos puede ayudar en momentos en los que nuestra vida corre peligro, es saludable y benéfica, pero no es así, si es que no tiene la justa medida y se expresa en situaciones que tienen que ver más con la convivencia que con la supervivencia.

Los enojos más comunes son por los actos de injusticia que nos cometen o a algún ser querido, las ofensas o agresiones de las cuales somos presas, como tercer marcador serían las faltas de respeto y, por último, los desacuerdos. Todos los rubros anteriores nos pueden llevar a salirnos de control y explotar de ira.

Pensemos por un momento, ¿hasta dónde seríamos capaces de llegar en un enojo?, creo que no sabríamos con exactitud la respuesta, dependería de la percepción que se tenga sobre el hecho vivido.

Cuántas veces nos hemos dicho: “no debería enojarme por esta tontería”, pero, aun así, reaccionamos ante la situación, es un hecho que es muy difícil controlarse cuando nos pasamos del límite de tolerancia que tenemos. Son fracciones de segundo las que nos llevan a soltar un insulto, un golpe y hasta un disparo.

De aquí la importancia de conocernos a nosotros mismos, hasta dónde y qué es lo que nos hace perder el control, cuál es el límite que toleramos. Por lo menos así podremos evitar reaccionar de manera inconsciente y evitarnos un mal rato, una situación desagradable o algo peor.

Para controlar la ira, primero debemos conocer y reconocer lo que nos molesta, irrita y hace enojar. Realizar una revisión del vivir diario es una buena herramienta para este primer paso.

Segundo, hay que saber llamar a las situaciones por su nombre, hay que nombrarlas correctamente: si sentimos que se comete una injusticia, o si es una falta de respeto, o si es una ofensa. Cada vivencia es diferente y eso marca unos límites específicos para cada una.

Tercero, debemos investigar desde dónde y cuándo aprendimos a reaccionar de manera iracunda, el conocer esto nos ayudará a ver si realmente tiene fundamento nuestro enojo o sólo son conductas repetidas que vimos en casa.

Por último, tomaremos acción ante lo encontrado y analizado, nombrando correctamente cada situación y así dándole su justo valor, esto nos ayudará a tomar conciencia y la siguiente vez que experimentemos momentos parecidos, la reacción será consciente y, por lo tanto, controlable.

Yo recomiendo aprender a poner límites y respetarlos, con esta acción les haremos saber a los demás hasta dónde será permitida la interacción. Y al darnos cuenta de que nuestros límites están siendo violentados podremos poner un alto a tiempo antes de llegar al punto de no control.

Es útil también el aprender a tener una comunicación asertiva con los que nos rodean, así como bajarle dos rayitas a nuestros ideales de perfeccionismo en las cosas; ser flexibles para aumentar, día con día, nuestra tolerancia y responder de manera firme cuando sea necesario, pero sin llegar a un descontrol que desemboque en un ataque de ira, el cual podamos lamentar después.

Y un último consejo: no te tomes nada personal, pues cada cabeza es un mundo.