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ECONOMÍA

¿Crash bursátil a la vista?

Por: MBA. Ramón Arturo García Miró
Máster en dirección de empresas por el IPADE (MEDE) con especialidad en finanzas.
linkedin.com/in/MBA-RAGM

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Este 2022 inició con una tendencia bajista en los activos de inversión. Corrigiendo un poco la euforia de inversión del 2020 y parte del 2021, en el que llegamos a ver acciones tecnológicas revalorizándose hasta 1100% y ni hablar de criptomonedas, en las que hubo casos de 5000%. Pero ¿habrá ajustado ya el mercado o aún estaremos por ver caídas?

Como sabemos, nos encontramos en una etapa inflacionaria a nivel mundial, provocada principalmente por las medidas de bancos centrales para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia. Basada en la impresión desmedida de dinero fiat, de las tasas de referencia rondando el cero y los estímulos económicos/fiscales; aunque juegan roles importantes los problemas en la cadena de suministro, la escasez de materias primas y semiconductores, y la crisis energética con incrementos significativos en los costos. Esta tormenta perfecta inflacionaria no ha pasado desapercibida por inversionistas con experiencia y ha comenzado una retirada de capitales con mucho volumen en los últimos meses. Tan sólo entre Musk, Zuckerberg, Buffet, la familia Walton y Nadella han vendido acciones por más de 20 mil millones de dólares, en gran medida de sus propias compañías, ¿qué saben ellos que el mercado no? ¿Qué viene en los próximos meses?

Existen riesgos macroeconómicos y geopolíticos en puerta que, de concretarse algunos de ellos, provocarían un crash en las bolsas. Comenzando por el papel de los bancos centrales este año, pues la toma de decisiones, o falta de estas en cuanto a la inflación, marcarán un rumbo en la tendencia. En este momento tienen dos opciones: primera, modificar la política monetaria expansiva por una de contracción, aumentando tasas de referencia y retirando estímulos, buscando así controlar el exceso de dinero en la calle, disminuir el gasto y controlar la inflación; este ajuste puede ser lo que se necesite o puede provocar una catástrofe, pues si la economía continúa débil podría generar una recesión ligada al aumento del costo de financiamiento. Y segunda, no hacer nada y esperar que la inflación se controle por sí misma, con el riesgo de empeorar. Por lo pronto, Powell, en EE. UU., ya plateó aumentos en las tasas para los próximos tres años y reducción a la mitad de los estímulos económicos. Veremos cómo reaccionan la economía y el mercado americano, esperando como mexicanos el efecto espejo tan dependiente de ellos.

En cualquiera de los dos casos, la mayoría de las empresas se verán afectadas en sus estados financieros, puesto que aumentarán sus costos, ya sea por inflación o por encarecimiento del financiamiento; y si su industria es incapaz de trasladar este sobrecosto a sus clientes, perderán margen o disminuirán ventas.

A esto le sumamos tensiones entre Estados Unidos-Irán, Rusia-Ucrania y China-Taiwán, en la que cualquier detonación, sea bélica o no, afectaría la economía global. Y la sobrevaloración a la que cotizan las empresas hoy en día, debido a euforia, moda, inversores novatos, facilidad para invertir, FOMO y el cortoplacismo en los inversores. Esto último es conocido como una “burbuja”. Las últimas tres que estallaron fueron la inmobiliaria en 2008; la “.com” en 1999 y la gran depresión de 1930, que vino tras el exceso económico de los “felices años veintes”. Las tres provocadas por síntomas que actualmente observamos en los indicadores que los miden. Por ejemplo, el S&P 500 se encuentra en su valoración más exigente (21x), alrededor de un 30% mayor a su media histórica (15x); nivel no visto desde la burbuja “.com”.

Algunos de los mejores inversores del mundo coinciden con palabras y acciones que lo que viene podría ser de proporciones superiores a los conflictos mencionados. Michael Burry, famoso por desenmascarar y aprovechar la crisis del 2008 apostando en contra de todos, ha disminuido su exposición a la bolsa tanto que se ha quedado con seis acciones. Ray Dalio, conocido por su capacidad de entendimiento histórico de los mercados, ha rebalaceado su portafolio, disminuyendo su exposición a la bolsa. Stanley Druckenmiller, el inversor con mejor track record en la historia, se declaró pesimista al comportamiento de los mercados y compartió el concepto de sobrevalorización de los activos.

Debemos ser cautelosos en cuanto a la inversión en la bolsa, elegir empresas sostenibles y generadoras de valor, con finanzas sanas que permitan afrontar dificultades, pero principalmente no caer en modas. No se puede pagar cualquier precio por un negocio, por más disruptivo y excitante que parezca.