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Cronología de una extinción anunciada

Por: IQ. David Daniel Andrade
Ingeniero químico; líder del Área de Investigación y Desarrollo de Componentes, en la industria automotriz
daviddaniel.andrade@outlook.com

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La selección natural ha sido el juez severo, pero justo, que dictamina qué animales logran existir y cuáles, debido a sus limitaciones biológicas, han tenido que pertenecer a la larga lista de especies que pasan a mejor vida.

Esto se ha basado en la capacidad de cada una para adaptarse a su entorno, así como los drásticos cambios climáticos que ha sufrido la Tierra desde hace millones de años, sin embargo, es innegable que, gracias a la influencia de los efectos antrópicos en el mundo natural, estas desapariciones se han ido acrecentando.

A lo largo de la historia, se consideran cinco eventos de extinción masiva, que van desde los periodos Ordovícico y Silúrico, pasando por el Jurásico, hasta el Cretácico y el Terciario. Generando que los acontecimientos actuales sugieran que estamos entrando a una sexta fase, orquestada por el hombre.

La desaparición de ecosistemas enteros, por la cacería y la explotación de recursos como carne y pieles, ha demostrado que el ser humano es un verdadero antagonista para el mundo animal. De acuerdo con los científicos R.M. May y J.H. Lawton, se toma el año de 1600 como punto de partida en el cual las personas comenzaron a tener un impacto significativo en su entorno, por dos principales causas: la primera, por razones demográficas, así como uso de recursos, y la segunda, debido a una razón un poco más simple, empezaron a documentar los animales, siendo las aves y los mamíferos los principales. A partir de este momento, se tiene registro de la desaparición de más de 80 familias, respectivamente.

En los años 1700 se presentó un incremento considerable de especies, pero también la aniquilación de distintos vertebrados, anfibios y peces. Con la llegada de 1800, el comienzo de la revolución industrial y la caza desmedida, la tendencia comenzó a perfilarse al doble de velocidad, con respecto a los siglos previos, llevándose consigo al oso de atlas o el león negro, por ejemplo.

Fue en 1900 cuando por el apogeo social, junto al crecimiento descontrolado de la población, las cifras comenzaron a elevarse exponencialmente, hasta casi cien veces más rápido que su tasa habitual, alcanzando alarmantes números en la fulminación de población animal. Y no fue hasta finales del siglo pasado e inicios del actual que comenzaron a implementarse medidas para contraatacar dichas extinciones, las cuales, aunque no han sido del todo efectivas, han logrado salvar algunos ejemplares, como el panda gigante, en China.

Hoy en día, existen normas y regulaciones de construcción en ecosistemas en peligro, así como control de la cacería, sin embargo, se necesita un mayor esfuerzo para que se respeten. En los últimos años hemos presenciado extinciones debido a la cacería ilegal, como el caso del rinoceronte gris; también hemos sido testigos de proyectos como la construcción del tren maya en nuestro país, el cual pone en riesgo a una cuantiosa cifra de jaguares.

Según el periódico El País, la ONU alerta sobre el exterminio de hasta 150 especies al día por culpa del hombre. Ante tales eventos, nuestra contribución, por más pequeña que parezca, puede ser de gran valor. ¿Cómo protegerlos? Las acciones abarcan evitar la caza, la deforestación o construcción en zonas protegidas, así como promover la reproducción de ejemplares en cautiverio y no consumir productos de animales exóticos.

En nuestras manos está el futuro de las nobles criaturas que habitan el planeta.