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¿El liderazgo está muerto?

Por: MMD. Christian Flores Pérez
Experto en dirección de ventas , marketing digital, consultor y speaker
www.linkedin.com/in/soycrismx/

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A veces me gusta sentarme en una cafetería a tempranas horas de la mañana y observar quién cruza por las puertas de cristal, imaginarme a qué se dedican y por qué, de la nada, necesitan un expreso doble antes de que la luz les llegue a la mirada después del primer sorbo. Del total de personas en la cafetería, 15 lucen sumamente ocupadas, ya saben, laptop en mano, videoconferencia en pantalla y audífonos bien puestos.

Nadie se imagina que los observo y ¡qué bueno! De lo contrario, pensarían que soy un freak y no los culparía, no es que siempre haga esto para escribir, pero necesitaba trabajo de campo. De ellos, me pregunto: ¿cuántos serán jefes? ¿Cuántos tendrán gente a cargo? ¿Estarán de visita por algún tema corporativo? ¿Cuántos, además de jefes, serán líderes? Imposible saberlo, pero aún sin basarme en una muestra poblacional exacta cuestiono que en la realidad (por lo menos en la mía) siempre será difícil saber, aunque conozcas a “x” persona con un puesto relevante, si de verdad es un líder, también, caso contrario, cuando he tenido equipos de trabajo a cargo, el autocuestionamiento se torna difícil, ¿seré acaso ese líder motivador que el clima organizacional tanto esperaba? O quizá, a los ojos de mis subordinados, no soy más que un minitirano de las aplicaciones móviles en una de las plazas más difíciles de la República Mexicana. Así de extremista es el papel del liderazgo en la vida empresarial de nuestro país. Muchas veces he hablado de malos jefes en estas líneas, algunas veces dando pistas claras sobre a qué empresas me refiero, pero… entrando a un ejercicio de reflexión, ¿el liderazgo es funcional? ¿Existe? o ¿está muerto? Les cuento que, en un estudio realizado por Endeavor Business Media, en EU, la mayoría de los encuestados estuvo de acuerdo en que su jefe era un imbécil (68%) y no tenía ni un poquito de líder (52%), no dudo que esta opinión se vea replicada en México, Argentina, Chile y Perú, quizá en toda LatAm. ¿Es el común denominador de la opinión godín hacia las figuras de autoridad independientemente de que sean jefes, líderes o una extraña mezcla de los dos?

Aquí unos cuantos puntos básicos de mi percepción respecto al liderazgo:

  • El líder siempre será un imbécil. Decía mi abuela: “todo el mundo habla de la feria como le va en ella”, es decir, lamentable o afortunadamente, no somos monedita de oro para caerle bien a todo mundo, para algunos serás comprensivo, igualitario, mientras que para otros serás todo lo contrario, gracias a que la percepción puede llegar a ser poderosa y también muy dramatizada en los ambientes de oficina. Por lo cual, por mucho que te esfuerces en desempeñar un buen liderazgo siempre terminarás siendo un tonto, alguien que no sabe, que no reacciona, que no merece estar en donde está.
  • El líder se actualiza. No soy alguien que juzgue por el aspecto personal o por la cantidad de años que usted, estimado lector, acumule a lo largo de su vida. Sin embargo, no hay nada que me mate más el espíritu que un gerente de 54 años diciendo que él trabaja de la misma manera desde hace 25 años, que le funciona y por eso así sigue. No hay situación más incómoda que tratar de explicarle a alguien que no tiene el mínimo interés lo que es Google Drive. No se trata de no saber, se trata de estar al día para responder a los subordinados que lo necesitan. Conozco gente de 25 años que le ha tumbado la chamba a eminencias de la industria.
  • El liderazgo se logra con convencimiento. Vale más tener aliados y ceder concesiones razonables, que ser completamente cuadrado y perder cualquier alternativa de ayuda futura. Recordemos que el cargo no da el liderato; el éxito o fracaso de nuestros objetivos y, por ende, de la empresa, tiene mucho que ver con la manera en que tratemos, manejemos y demos retroalimentación al personal, quisiera decir que en temas netamente profesionales, pero hay líderes que terminan siendo hasta psicólogos para algunos de sus subordinados.

Acabo de terminar mi café y, por cierto, de las 15 personas sumamente ocupadas quedan dos, ambas aún en videollamada, por si estaban pendientes. El liderazgo no está muerto, repito NO ESTÁ MUERTO, sólo se ha prostituido, escondido, a veces nos ha decepcionado e incluso nos ha hecho daño, pero como todo lo bueno de la vida, no es que no exista, hay que saber dónde encontrarlo, quizás en una cafetería cualquiera en videollamada por más de 4 horas, pero ahí está, al pie del cañón.