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El país que un día legalizó las drogas

Por: MDC. Daniela Paz Aguirre
Maestra en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, por la Universidad Panamericana de México
dannypaz2107@gmail.com

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Por inverosímil que pueda parecer, México en alguna ocasión legalizó las drogas. Además de la marihuana, legalizó la cocaína y la heroína en tiempos de Lázaro Cárdenas, a través de la promulgación de un nuevo Reglamento Federal de Toxicomanías.

Contrario a lo que los conservadores de la época pensaron, los adictos comenzaron a regularizar su compra; las drogas se dosificaban y se adquirían en dispensarios médicos a precios bajos. El consumo de estas sustancias se trató más como un problema de salud que como uno de seguridad.

Aunque parecía tener un futuro sólido, no pasó mucho tiempo (menos de seis meses) para que se eliminara el nuevo Reglamento y otra vez se prohibieran.

Tras ese breve paso vanguardista, no podemos negar que nuestro país siempre ha “coqueteado” con la idea del libre uso de los estupefacientes y, de manera más específica, con el de la marihuana, tanto así que el 31 de octubre pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación reunió las cinco sentencias, en el mismo sentido, para crear jurisprudencia y permitir la siembra, la cosecha, el uso personal y recreativo del cannabis.

Se espera que, en los próximos meses, se discuta y apruebe la iniciativa de Ley que certificaría una vez más el uso lúdico de esta hierba y, si todo camina como se espera, para finales de este año México se uniría a los países que consienten su comercialización, como Estados Unidos de América, Canadá y Holanda.

Uno de los principales actores en la legalización de las drogas fue el médico, psiquiatra y neurólogo mexicano Leopoldo Salazar Viniegra, quien realizó diversos estudios sobre la marihuana y partía de tres ideas centrales:

  1. La exaltación errónea de sus efectos. Para el médico psiquiatra, se reducían al enrojecimiento de ojos, boca seca y sensación de hambre.
  2. La drogadicción debe ser tratada desde una arista de salud pública y no como un delito.
  3. El Gobierno debe ser el administrador de esta sustancia, para que se fijen los precios y se controle la cantidad disponible en el mercado.

Aunque los tres ejes rectores de Leopoldo Salazar se remontan a los años 40, resulta paradójico que sean tan actuales, sobre todo si contemplamos que la guerra contra el narcotráfico dejó un saldo de aproximadamente 120 mil personas muertas de 2006 a 2018, y que el costo político y económico es insostenible.

De acuerdo con Benjamin Smith, un especialista en historia moderna de México que escribe para la BBC, Salazar Viniegra no veía una relación intrínseca entre la adicción y la criminalidad, sino que afirmaba que la prohibición corrompía a la policía, que a su vez resguardaba a los comerciantes ilegales; el resultado era tener narcóticos cada vez más caros que obligaban a los adictos a realizar crímenes para adquirirlos.

A tantos años de aquel paso fugaz por la legalización de la marihuana, veo con buenos ojos que se vuelva a abrir el debate, no porque crea que van a dejar de existir adictos o que la violencia va a cesar, sino porque considero que son tantas las carencias del país, que todo suma.

El dato duro es que México no recibe un solo peso por el combate al narcotráfico, por el contrario, gasta millones que no se ven reflejados en seguridad, por ello, el Estado debe imponer las cargas fiscales necesarias a la marihuana para que sea accesible al usuario, pero que, al mismo tiempo, le permita recaudar impuestos suficientes para destinarlos a educación, salud, infraestructura, seguridad y sustentabilidad en general.

Termino con una frase del comediante Bill Hicks: “¿Por qué la marihuana está prohibida? Crece de manera natural en el planeta. ¿Acaso la idea de convertir algo natural en contra de la ley no te parece algo… antinatural?”.