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Escuelas…. ¿la segunda casa de tus hijos?

Por: MDE. Karen Lizbeth Ayala García
Abogada en el Departamento Jurídico Corporativo STRATEGA Consultores
karen.ayala@strategamagazine.com

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Cada vez es más frecuente conocer actos de violencia suscitados en las escuelas, en todos los niveles educativos, sociales y económicos. Nos enterábamos de este tipo de noticias, con cuentagotas, mayormente eran informes del extranjero, sin embargo, en lo que va de este 2020, México no ha sido la excepción, el país fue noticia de manera negativa; primero, en enero, un niño de tan sólo 11 años ­–dentro de su colegio en la ciudad de Torreón, Coahuila– disparó a su maestra y a otros compañeros, y se suicidó; posteriormente, a inicios de febrero, se hizo notar la negligencia y omisión de los protocolos en una escuela en el Estado de México, se permitió que una mujer se llevara a una menor, sin estar autorizada, lo cual trágicamente terminó en un homicidio; pero estos son sólo algunos de los casos mediáticamente más relevantes y no por eso los de mayor importancia, pues en las aulas se ha generado otro tipo de violencia escolar, como violencia de género, discriminación, delitos de tipo sexual, drogas, violencia física, simbólica, verbal y psicológica, que han repercutido en la sociedad y en la vida de los estudiantes de manera significativa, pues involucra a alumnos, docentes, familias y personal administrativo y operativo.

Este tipo de actos, por lo general, no se dan a conocer en ningún medio, pero existen, y es un problema en crecimiento, que empeora desde que el gobierno, las familias y los propios centros educativos minimizan su gravedad, y dejan la responsabilidad en los docentes, tal es el caso del rechazo al operativo mochila segura, manifestando arbitrariedad, sin que se privilegie el interés superior de la comunidad estudiantil.

Pero, ¿cuál es el origen de toda esta violencia?, proverbialmente, la escuela se concibió como un segundo hogar para el ser humano, pues era la institución que continuaba y complementaba el papel de la educación y valores, ya cumplido por la familia en los primeros años de sus hijos, por lo que ambas instituciones tenían el reconocimiento más importante e indiscutible dentro de la sociedad.

Hoy por hoy, la familia ha sufrido una serie de cambios y ha llegado a una crisis social, la búsqueda del respeto a los derechos humanos ha sobrepasado los límites de los valores y ha repercutido dentro del entorno escolar.

Uno de los panoramas es que se le ha enseñado al niño que es sujeto de derechos y debe ser respetado, lo cual exige a los docentes, muchas veces, como forma de evitar las normas del colegio, sus responsabilidades o tareas cotidianas, sin embargo, dentro del seno familiar, en ocasiones, esos derechos son violentados por padres ausentes o demasiado jóvenes, con problemas económicos, de drogadicción o familias disfuncionales, en donde los menores son sometidos y, por ello, en las escuelas, donde saben que pueden exigir, trasladan esta violencia, pues, se sienten con la libertad de trasgredir y desafiar los límites.

Otra de las perspectivas es cuando sucede lo contrario, y estudiantes que son escuchados y respetados en casa son violentados dentro de los planteles, por profesores o compañeros con problemas en el entorno familiar; para evitar este tipo de situaciones, la prioridad debe ser reforzar ambas instituciones, principalmente la familia, pues es la que inculca los valores que arraigamos para un futuro, y al no tener este pilar, nunca podrán catalogar a la escuela como su segunda casa.

No cabe duda que, en cualquier parte, la violencia relacionada con las escuelas crea un entorno de incertidumbre para la población, pues los estudiantes son el futuro tanto social como económico del país, la violencia es nociva sobre la educación de millones de niños y jóvenes, por lo que no puede seguir manejándose como tema aislado, al contrario, es necesario redoblar esfuerzos para proteger a los menores y juzgar a los responsables, partiendo por aceptar que la violencia escolar es tan sólo otra de las causas de la degradación educativa y la descomposición de la sociedad, y dar prioridad a la creación de programas y estrategias encaminadas a la seguridad intra y extraescolar, prevención de adicciones, educación sexual y la importancia de la protección civil, partiendo de la premisa de los valores, actitudes y habilidades socioemocionales, éticas y formativas en los educandos, con el fin de la edificación de prácticas escolares que permitan crear gente de bien, pues serán los cimientos de la sociedad en un futuro inmediato.