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La cuenta pendiente: la mujer en la sociedad mexicana

Por: MBA. Gastón Käufer Barbé
Mercadólogo y CEO en Toucan Insights
@its_gkb

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Uno de los aspectos más importantes que persigue la mayoría de los países en busca del desarrollo de su sociedad es la igualdad de género. Mujeres y hombres con las mismas posibilidades y merecedores de una misma remuneración por igual tarea son algunos de los objetivos a alcanzar. Este es el desafío que se plantea el índice global que señala la brecha provocada a partir del género en cada país (Global Gender Gap Index, creado por el World Economic Forum) y busca no sólo identificar, sino también colaborar con la erradicación de estas diferencias a partir de la creación de propuestas.

Este índice calcula la brecha entre hombres y mujeres con base en cuatro dimensiones: 1) Oportunidad y Participación Económica; 2) Acceso y Nivel de Educación; 3) Salud y Supervivencia; y 4) Empoderamiento Político. En la actualidad, muestra –en promedio mundial– que existe un 31.4% en detrimento de las mujeres. Vale mencionar que, en las dimensiones identificadas como "Salud y Supervivencia" y "Acceso y Nivel de Educación", la brecha presente es mínima en comparación a las de las otras categorías, pues en dichas dimensiones son del 3.9% y 4.3%, respectivamente. En el caso de las restantes categorías, "Oportunidad y Participación Económica" y "Empoderamiento Político", para que las mujeres estén en igualdad de condiciones que los hombres son del 42.2% y 75.3%.

Dentro de este ranking, México ocupa el puesto 25 del mundo. En 3 de las 4 categorías, los datos recabados correspondientes al país son promisorios e indican claros progresos en pos de alcanzar la igualdad de género. De hecho, es uno de los 5 países del mundo que más ha hecho por reducir la desigualdad en el último año.

Sin embargo, la restante categoría, "Oportunidad y Participación Económica", mostró una realidad muy distinta, la cual se acerca más a la de los países peor rankeados en este índice, pues México ocupó el lugar 124 sobre un total de 153 naciones analizadas.

Dentro de esta dimensión y en lo que cierne a las variables económicas se observa que aún queda un largo camino por andar. Las diferencias entre hombres y mujeres muestran discrepancias significativas que ubican y sostienen a la mujer como un ciudadano de segunda clase. Entre los principales ítems destacan diferencias de salarios, de ingresos, de ocupar puestos jerárquicos y de presencia en el mercado laboral. En este sentido, las discrepancias en el gigante latinoamericano son de 50% en salarios y 54% en ingresos. A su vez, sólo el 36% de los puestos jerárquicos son ocupados por mujeres. Otro elemento que afecta esta dimensión es que solamente 47% de las mujeres de la Población Económicamente Activa está inserto en el mercado laboral, 26.4% trabaja a tiempo parcial y, además, es responsable del 75% de las tareas ligadas al hogar y la familia.

Ahora bien, para identificar las raíces de esta realidad debemos adentrarnos en cuestiones que tienen que ver con lo cultural y las costumbres que, una vez instaladas, jamás fueron vueltas a estudiar. El hecho de que se asuma que las mujeres son las responsables del cuidado del hogar es un claro ejemplo de esto y, por el contrario, poco se ha debatido acerca del precio que pagan, el cual incluye dejar de lado oportunidades profesionales o académicas.

El recorte al presupuesto de las estancias infantiles ha encasillado más a la mujer. El impacto cultural, tanto en niños como niñas, de estos roles devenidos en tradiciones no hace más que moldear las conductas y estereotipar a la sociedad en su conjunto. Una mujer privada de educarse o trabajar no es la víctima principal en esta trama, sino la sociedad entera que se priva de continuar desarrollándose de un modo inclusivo. El patriarcado y el machismo ya han mostrado su cara. Es hora de dar el lugar que corresponde a las mujeres y entenderlas como lo que son: iguales.