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PANORAMA POLÍTICO

Los constantes protagonistas de México

Por: MAPPP. Samantha Aurora Acosta Cornu
Economista, maestra en Asuntos Políticos y Políticas Públicas, docente y doctorante
samantha.acosta@uaslp.mx

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El aumento generalizado y sostenido de los precios es uno de los fenómenos con los que México, y muchos otros países, lidian como en una especie de batalla histórica. La inflación es un fenómeno natural de la economía que puede tener orígenes diversos, entre ellos, el aumento de los costos de los insumos básicos, esto genera presión en todas las cadenas productivas y en la vida con respecto del ingreso y la capacidad de compra de los consumidores.  Además de esto, tiene un componente especulativo, es decir, no siempre se genera como una consecuencia de eventos externos, sino a causa de sí misma.

Como en una especie de profecía autocumplida, se llega a la inflación por esperar su ocurrencia e intentar evitarla; cuando los agentes económicos esperan un alza en los precios, provocan un tipo de inflación artificial para anticiparse a este evento y “absorber” el golpe de mejor manera, precisamente este comportamiento genera, inflación. Así que, ¿cómo saber si el fenómeno correspondiente a la proyección de este año es natural o artificial? Es un poco de ambas.

Es un hecho que desde el primer trimestre económico se ha mostrado la presión inflacionaria actual, pasada y, con las profecías autocumplidas, probablemente también la del futuro. Las expectativas apuntan a cerrar el año con tasas cercanas al 8% anual. Por supuesto, es muy preocupante que el panorama pinta pesimista, ya que no es sólo para el ámbito económico.

Otro fenómeno, que como la inflación ha venido sosteniéndose, es la polarización política. Ambos están arraigados en la historia de nuestro país, tienen componentes especulativos y también pintan para quedarse un buen tiempo más, incluso, para fortalecerse. De cierta forma la hiperpolarización política y social es algo que vino impreso desde el inicio del sexenio, pero es cada vez más evidente que por cada tema hay alguien que es condenado por opinar distinto. Y, lejos de fomentar el debate, comienza a desatar una especie de desacreditación para distintos actores. México y su lucha por consolidar la democracia se ven en un momento delicado de constantes fricciones mediáticas y políticas.

¿Por qué deberíamos seguir de cerca estos eventos? Porque si vemos el día a día como un sistema complejo y abierto podemos entender que todo está interrelacionado y que el componente psicológico de la especulación a partir de los eventos externos políticos y económicos alimenta la espiral inflacionaria. En una edición pasada comenté la importancia de la estabilidad política y económica y cómo se afectan la una a la otra. Las tensiones políticas agravan las percepciones de presión inflacionaria al generar un ambiente de inestabilidad nacional.

Los temas recientes de consulta para revocación del mandato, reforma a la ley de energía y lo correspondiente a la del litio provocaron revuelo y una sensación de incertidumbre muy densa. Sin embargo, no es en la arena legislativa en la única donde se percibe esta tensión, en el área de la inversión pública es también notorio, sobre todo en cuanto al Aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya.

Sin tener mayor predilección por algún bando de opinión, lo que salta a la vista y preocupa es que la política debe fungir como un espacio de deliberación y consenso, desgraciadamente en los últimos años es más parecida a una arena de discusión en idiomas distintos; evidentemente hay mucho ruido y pocos acuerdos claros. A partir de esto, difícilmente veo una salida de esta espiral, pues el ambiente nacional no es propicio para detonar acciones que echen para abajo las proyecciones inflacionarias y las secuelas económicas postpandemia son, para algunos sectores productivos, muy severas como para esperar que se retome el ritmo de intercambio económico favorable para hacer frente al alza de los precios.

En cuanto a las medidas que se han propuesto para controlar esta tendencia tampoco se llega a un consenso, por un lado, se propone un control de precios centralizado; por otro, la absorción de algunos de los efectos por parte del sector productivo y empresarial. Queda claro, con este ejemplo, cómo la polarización se presenta en la arena económica y cómo la inflación repercute en las esferas políticas, quedando así como eternos protagonistas de la obra teatral mexicana.