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Pensar global, actuar local: el reto de la glocalización en las organizaciones

Por: DCH. Edgar Josué García López
Doctor en Ciencias y Humanidades, por la UNAM y la UAdeC; investigador de la UCEM y del GICOM
edgarjosuegl@hotmail.com

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El término glocalización tiene un origen incierto que suele atribuirse al ejercicio económico de Japón en los años ochenta, sin embargo, una década más adelante toma fuerza a nivel mundial cuando el sociólogo Roland Robertson, experto en estudios sobre globalización, introduce el vocablo en la teoría social inglesa.

Este concepto es esencialmente práctico, surge por la necesidad de llamarle de alguna forma a diversos quehaceres que ya se estaban desarrollando con fines concretos en ciertos países, dicho de otra forma, primero vino la acción y después el nombre.

El principio de la glocalización se resume como la disposición a pensar global y actuar local; siendo la fusión de ambos procesos el origen de la palabra y del fenómeno social. En sus inicios, esta postura resultó ser la alternativa viable para desarrollar proyectos con enfoque de sustentabilidad y del cuidado del medio ambiente: una reflexión sobre todo lo que se hacía en un lugar determinado, afectaba al ecosistema-mundo. No obstante, a lo largo de los años, ha tomado otras significaciones.

En materia organizacional se puede comprender como glocalización a las estrategias implementadas en distintas áreas con la intención de impactar en el ámbito internacional mediante operaciones efectuadas en la localidad. La tendencia positiva de esta perspectiva considera provocar efectos favorables sin importar lo grande o pequeño ni lo mediato o inmediato que estos puedan ser, pero que, sin duda, otorguen algún tipo de garantía de sostenibilidad para seguir operando de forma estable o en franco crecimiento. El eje rector de este modelo es la responsabilidad social, como respuesta crítica a aquellos casos documentados donde las compañías explotan y sobreexplotan comunidades con severa necesidad económica, con tal de mantener índices de producción altos y a bajo costo, con intenciones de lograr una representación de marca a nivel mundial.

Lo local fue suficiente hasta que se convirtió en un sistema cerrado donde se privilegió el egocentrismo, con comunidades viendo por sí mismas sin importar los contextos y personas actuando para su beneficio y nada más; por otro lado, el problema de la globalización es que se comprende más rápido en la teoría que en su operación, por lo que la imprecisión de sus límites de maniobra suele ser, para muchos, un espacio indeterminado, donde es complicado incidir por falta de indicadores que faciliten el establecimiento de estrategias y la medición de resultados. Es por ello que la gran apuesta de la glocalización es la solidaridad, traducida como la construcción de una cultura de participación mediante el establecimiento y refuerzo de redes sociales que respondan convenientemente a las necesidades contemporáneas.

¿Qué acciones se pueden emprender?

Las directrices de la glocalización son la ecológica, económica, política, social y cultural, desde las que cualquier empresa puede desarrollar programas en su ejercicio cotidiano a favor del cumplimiento de sus objetivos. Por ejemplo, en el campo de la ecología, algunas de las operaciones van desde el desuso de los plásticos y el poliestireno hasta la implementación de protocolos para el tratamiento de desechos derivados de los procesos de producción.

El proceso no es igual para todos, porque no hay recetas; además, sería injusto y poco útil colocar en el mismo plano a una empresa grande que a una microempresa; lo que sí hay, y con gran variedad, son acciones generales que en una menor o mayor escala se podrían considerar.

Para emprender gestiones glocales, una organización debe establecer claramente la directriz en la que trabajará, así como la etapa de su ejercicio empresarial en la que desea desarrollar los procedimientos; por ejemplo, en el caso de un giro de alimentos, delimitar la directriz ecológica en la etapa de prestación del servicio trasciende en evitar el uso de cubiertos desechables o bien en la utilización de envases y trastes biodegradables. En otros casos, la directriz cultural en la etapa de producción resultaría en contratar, en la medida de lo posible, a miembros de la comunidad donde se establece la empresa, para fomentar en un círculo virtuoso el desarrollo económico de la localidad. En otras directrices y etapas, sería factible consumir con los proveedores locales; utilizar Internet para la publicidad con mayor impacto de mercado o fomentar programas de restauración forestal en correspondencia a los insumos gastados. Como puede observarse, las posibilidades son infinitas, aunque lo recomendable es aspirar a trabajos concretos, organizados estratégicamente, y no apasionarse en el cumplimiento de cada una de las directrices en todas las etapas del ejercicio empresarial en una primera vez.

En síntesis, la glocalización posee características y condiciones que hacen imposible mantenerse al margen de su desarrollo, lo que la convierte en un movimiento que cada vez toma mayor fuerza, sobre todo entre la población joven; existen promotores y detractores, amenazas y oportunidades en torno a ella, el principal riesgo es que al ser, en esencia, un fenómeno sociocultural, representa un arma de doble filo que bien podría volverse factor de fortalecimiento de la identidad local o fomentar el enaltecimiento de la individualización en medio de un caos transnacional. Al respecto, Ulrich Beck, sociólogo alemán, quien fuera analista de la globalización y la modernidad, afirmaba que las empresas tienen muy claro su nuevo papel en los negocios globales, lo cual –dependiendo del punto de vista– pudiera ser, o no, una buena noticia: “Coca-Cola y Sony plantean sus estrategias de ‘localización global’, sus directivos están convencidos de que la globalización no significa construir fábricas por todo el mundo, sino conseguir convertirse en parte viva de cada respectiva cultura”.

Cinco puntos clave para emprender estrategias de glocalización:

  1. La glocalización es la disposición de toda persona o empresa para pensar global y actuar local.
  2. Actualmente, estos procedimientos no se refieren sólo al cuidado del medio ambiente, sino a todas las estrategias implementadas en distintas áreas con la intención de impactar en el ámbito internacional mediante operaciones efectuadas en la localidad.
  3. Las cinco principales directrices en que opera la glocalización son: ecológica, económica, política, social y cultural.
  4. Los ejes rectores que fundamentan a las acciones glocales son la responsabilidad social, la solidaridad, la construcción de cultura de participación y el fortalecimiento de las redes sociales.
  5. Cada empresa debe construir una estrategia a su medida, con base en sus necesidades, recursos, límites y objetivos, tomando en cuenta la directriz de la glocalización y la etapa de su ejercicio empresarial en la que desea actuar.

La glocalización no debe pensarse necesariamente como un proceso que atañe a aquellas empresas que desean ampliar su nicho de mercado a niveles mundiales, tampoco a aquellas que desean aprovechar las redes locales para reducir costos en mano de obra, distribución o comercialización. Como se ha podido apreciar, sólo en el ámbito de la responsabilidad social el llamado convoca a todos, pero en el resto de las directrices también hay acciones que cada uno puede emprender para fomentar el desarrollo local y el crecimiento de redes globales donde se puedan acortar cada vez más las distancias entre las necesidades sociales y los recursos disponibles, sin que ello afecte el crecimiento de las organizaciones.