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Soy culpable, pero no lo hice: la doctrina Alford

Por: LD. Hugo Enrique Mendoza Carbajal
Abogado fiscalista STRATEGA Consultores
hugo.mendoza@strategamagazine.com

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En diciembre de 2021, el novelista Michael Peterson llamó al 911 para reportar haber encontrado a su esposa, Kathleen, agonizando al pie de la escalera de su casa. Al llegar los paramédicos, ya no tenía pulso. El relato de los hechos del ahora viudo fue que se encontraban en la piscina celebrando una posible venta de derechos de una novela del escritor, y que ella se retiró a la casa a preparar asuntos de trabajo para el día siguiente. Él, al encontrar su cuerpo en el suelo, asumió que resbaló de la escalera por ebriedad, pues estaban ingiriendo bebidas alcohólicas.

Al llegar la policía y los investigadores encargados del caso a la escena del crimen, descartaron de inmediato la declaración de Michael, para tratarlo como un caso de homicidio. Es así como comienza una historia de crimen real en donde se reflejan las carencias y formalismos del sistema judicial estadounidense.

Lo anterior se puede experimentar a través de la miniserie The Staircase, de HBO Max, que de manera dramatizada cuenta las intrigas y los diferentes puntos de vista de las partes en el juicio Peterson; si se prefiere de un tono más sobrio, se puede ver también el documental del mismo nombre dentro de la plataforma de streaming Netflix.

Sin ánimos de arruinar el desenvolvimiento de los secretos de Michael y su parentela, tanto en la serie como en el documental, el inculpado debe tomar una decisión importantísima para obtener de nuevo la libertad: declarase culpable del asesinato de su esposa y evitar un nuevo juicio. Esto no se debe tomar a la ligera puesto que su culpabilidad recae en una manifestación sin que se tenga una sentencia donde se analicen las pruebas en su contra. En otras palabras, se declara culpable sin que se le haya comprobado que haya cometido el delito que se le imputa.

La Doctrina Alford (Alford plea), también reconocida como Petición de Alford, de acuerdo al Diccionario de Justicia Criminal Americana, es una declaración de “no contienda”, mediante la cual los acusados ​​expresan "no impugnar" el escenario fáctico como se describe en las acusaciones, es decir, no entran al estudio de las pruebas reunidas por la fiscalía.

Dicha doctrina se originó en 1970 en el caso de Carolina del Norte contra Henry Alford. Henry fue acusado de asesinato en primer grado siete años atrás, y se declaró culpable del delito en segundo grado para evitar la pena de muerte. Sin entrar en los detalles técnicos del asunto, la declaración de culpabilidad procede cuando el acusado es debidamente asesorado por un abogado y es consciente de los alcances de esta decisión. Entonces, se debe ponderar lo mejor para el imputado en cuanto a la pena que recibirá ante las pruebas que indican una probable culpa.

Otro ejemplo de la aplicación de la Doctrina Alford es en el también mediático caso de los Tres de West Memphis. En 1994, tres adolescentes fueron juzgados por la muerte de tres niños en la ciudad de dicho nombre un año atrás. Ante las inconsistencias del caso, la evidencia forense y el tiempo transcurrido, los imputados se declararon culpables y salieron de prisión en 2011. En el mismo tenor, hay diversos documentales al respecto.

Si bien el país americano se rige bajo un sistema jurídico distinto al mexicano, la Doctrina Alford puede encontrarse en la normatividad nacional. En el nuevo proceso penal tenemos el “Procedimiento Abreviado”, que consiste en la terminación anticipada, en donde el imputado reconoce de manera voluntaria los cargos, las pruebas que lo señalan y su participación en el delito, a sabiendas de las consecuencias de eso. Al aceptar su responsabilidad, adopta una postura de colaboración, y se le ofrece una sanción reducida en comparación con la original.

Es importante conocer estos principios y sus alcances, a efecto de que podamos comprender las noticias que abordan este tipo de cuestiones. Si bien las series aludidas con antelación nos sirven de entretenimiento, no está de más intuir su repercusión. Las leyes cambian conforme la sociedad avanza, y su aplicación no debería causarnos conflicto, sino empatizar más con los que nos rodean.