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Uso y desuso tecnológico: la responsabilidad que nos corresponde

Por: J. Adrián Figueroa Hernández
Ecoparadigma A.C., Centro Ambiental para la Sustentabilidad, San Luis Potosí.
ecoparadigma@yahoo.com.mx

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Actualmente las personas que viven en ciudades se están adaptando a nuevas tecnologías que incorporan a su vida diaria: entre Smartphones, computadoras, focos ahorradores de energía eléctrica, coches eléctricos, y otras. Quizá no todo ellos a la misma velocidad ya que depende de muchos aspectos como la edad, el acceso o la disponibilidad, aunados a las características ergonómicas y de facilidad didáctica. En el mismo nivel del uso se encuentra el desuso, siendo éste último otro tema que a la fecha las autoridades y empresas productoras han evitado atender. Es importante ejercer una presión como ciudadanos para que la importancia en estos suceda, ya que las pocas empresas que incursionan en el reciclaje al momento no se dan abasto ni tienen el apoyo social y económico para convertirse en la solución. Este asunto de consumo y cultura forma parte del costo de la modernidad por lo que es importante saber cómo queremos que lo vivan las futuras generaciones.

La ideología del “úsese y tírese” cada vez recobra más interesados, ya sea como consumidores que permitimos y aceptamos aparatos con un periodo de vida muy corto, o porque somos “novofílicos” es decir que amamos estrenar cosas nuevas. Quizá también porque estamos expuestos a la información y mensajes que emiten empresas productoras de aparatos con obsolescencia programada, lo que significa que la vida útil de éstos no sólo está en razón del uso que les damos sino de un periodo programado que planea el fabricante para que dure. Darnos cuenta del problema y actuar sobre él implica consumir responsablemente, promover leyes que nos protejan como consumidores y convertirnos en buenos comunicadores para compartir experiencias exitosas.

La producción de energía eléctrica por medio de viento y luz solar es un tema que igualmente cobra interés. Al saber que es posible instalar paneles solares en el techo de nuestra casa y disminuir el pago a la Comisión Federal de Electricidad, mucha gente tiene la curiosidad de implementar esa alternativa, pero cuando preguntan cómo pueden ahorrar de esa manera y buscan a un proveedor,  por lo regular reciben una serie de respuestas técnicas complicadas sin pedagogía o presupuestos vistos como gasto y no como inversión, lo que desemboca en la pérdida de interés para producir energía limpia desde el hogar.

Es entonces que cuando suena nuevamente el tema del cambio climático, recordamos que tenemos que hacer algo concreto. Así que volvemos a revisar en nuestra casa qué compramos, qué tiramos y qué podemos hacer para reducir nuestro consumo. El tema del cambio climático no sólo es visto en muchos medios de comunicación, también forma parte de conversaciones cotidianas ya que percibimos que los días son más calurosos o con lluvias diluvianas haciendo el comentario de: “esto nunca lo había vivido”, pero nos vamos acostumbrando. La pregunta es ¿será una adaptación o resignación que experimentamos como sociedad?

Hace unos cuarenta años atrás, en algunos lugares rurales, se usaban las fotoceldas como única alternativa y utilizaban sistemas mecánicos para producir luz. Actualmente hay opciones para disminuir el gasto del recibo al poner fotoceldas en la extracción de pozos de agua y alumbrado público.

La telefonía celular acompañada con la avanzada tecnología y modernidad, van invadiendo este sector que termina en muchas ocasiones por afectar la economía familiar al utilizar dinero de programas federales que están destinados para la educación y terminan por usarse para comprar tiempo aire o aparatos de comunicación.

Lo anterior trastoca un tema de economía no sólo a nivel familiar, en nuestro país los precios de los artefactos tecnológicos son muy altos y el periodo de vida muy corto. En una encuesta realizada por la consultora IntegraGo (2015), se menciona que México es aproximadamente 28% más caro que Estados Unidos, pero más barato que el resto de Latinoamérica. Esta situación pude ser para los nuevos empresarios otro aspecto económico qué atender comercialmente, con estrategias ganar-ganar entre empresas y consumidores, no sólo viendo esta área de oportunidad desde la oferta y la demanda económica, sino integrar temas relacionados al consumo sustentable, cambio climático, y trasladar la idea de slow food hacia la tecnología, entre otros aspectos.

La nueva tecnología ya no es una moda en México, es una forma de vida. Aunque seguimos siendo un país consumidor de patentes y productos tecnológicos, es un gran reto cambiar la mentalidad de tercer mundo y visualizar a futuro dando apoyo a los estudiantes y promoviendo estrategias educativas y culturales diferenciadas por edad, sexo y cultura, que ayuden a una mejor convivencia, evitando impactos sociales y ambientales negativos.

Si creemos que la tecnología nos salvará de la crisis planetaria, estaremos dando un paso en falso ya que es sólo un medio que debemos utilizar de manera inteligente para el bien común. El uso y desuso de la tecnología son parte de nuestra cultura, por lo que tendremos que incursionar en promover algunas que han funcionado para nuestro desarrollo social, ecológico y económico, al mismo tiempo incentivar para crear nuevas, como parte de las estrategias que requerimos para cambiar el rumbo que estamos dando a nuestro destino y al de muchas especies vivas que están pagando caro un estilo de vida imperante que requiere ser reformado a profundidad.