EDITORIAL
A estas alturas del 2016 estamos parados ante una gran interrogante. Nos preocupa el futuro de la sociedad mexicana, el rumbo del país y del mundo en general. La incertidumbre creada gracias a los sucesos que nos han causado sorpresa y nos han hecho sentir incrédulos porque “¿cómo eso puede pasar?”, está ahí y crece cada vez más.
Probablemente no sabemos bien qué hemos hecho pero el 2016 ya está por terminar y los resultados (buenos o malos) no dejan de vislumbrarse. Tampoco sabemos qué esperar del 2017 porque año con año los efectos de las crisis económicas y políticas se vuelven más impredecibles. Queremos creer o más bien, nos atrevemos a pensar que las mayorías comparten ese sentido común para tomar buenas decisiones, pero no. Por el contrario recibimos la sorpresa de un Brexit, de un NO en Colombia, y de un presidente que invita al enemigo a construir un muro en su propia casa. Cada uno tiene su razón, y al final quien vota es quien tomará ventaja de los resultados.
En nuestro país las cosas parecen mantenerse en un hilo, dependiendo de factores externos: la caída del precio del petróleo, los debates y las elecciones estadounidenses (que al cierre de esta edición aún no era elegido el sucesor o la sucesora de la presidencia norteamericana). Tenemos un Enrique Peña Nieto que dentro de su gabinete todavía no sabe a quién hacerle caso y una sociedad cada vez más descontenta. En algunos casos, la presión alcanza a los gobiernos estatales y terminan por derrumbarse ante la verdad, tal es el caso del gobierno de Veracruz envuelto en corrupción, impunidad y crímenes que terminaron porque Javier Duarte dejara la presidencia para “enfrentar” las demandas, otros dicen que para poder huir.
Pero ya tocará el turno a nuestros redactores para ahondar en esos temas. En esta entrega, haremos referencia a las consecuencias legales de la compraventa de comprobantes fiscales apócrifos y esperemos que a la larga, este ejemplar que ahora está en sus manos llegue a las de algunos de nuestros políticos o gobernantes permitiéndoles que (probablemente por arte de magia) sientan la necesidad de hacer el bien por sus gobernados, tomen buenas decisiones y prevengan los problemas que aquejan al país gracias a la desinformación e inexperiencia.
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