Álex Pina y Atresmedia nunca imaginaron como Nairobi, Berlín, Tokio y toda la banda de La Casa de Papel se convertirían en un hit mundial, una serie inspirada en los atracos bancarios realizados por Willie Sutton que, ataviado con disfraces y mucha maña, lograba hacerse con cada botín. La serie tiene sus claves en el reparto, encabezado por un Profesor que, con ingenio y mucha paciencia, es capaz de lograr su cometido, cada personaje tiene un rol perfecto en el asalto más empático en la historia televisiva.
Pues algo así, pero a la mexicana, es lo acontecido en el Banco de México: un asalto que va más allá de cámaras y envolventes guiones; la próxima salida del Gobernador Alejandro Díaz de León da mucho morbo y parece que la disputa por quién y cómo será gobernado Banxico tiene tela por cortar.
La estrategia gubernamental para hacerse con el control de las Instituciones que rigen el rumbo nacional, hace que Banxico no esté exento de esta conquista y, tras lidiar con todas las expectativas y necesidades que tiene el país, debe cuidar su cuerpo directivo para salvaguardar esa independencia que tan buenos resultados nos ha dado. El Sutton mexicano sabe más por viejo que por diablo, en diciembre de este año Alejandro Díaz de León tendrá sustituto y Andrés Manuel López Obrador ya ha designado a tres de los cinco miembros del órgano colegiado que tiene a su cargo la política monetaria del país, reservándose el privilegio de designar a un cuarto integrante.
Con la actual junta de gobierno, la elección de Irene Espinosa (subgobernadora actual de Banxico) es una opción que daría como resultado la primera mujer gobernadora en la historia de Banxico. El bateo emergente de Arturo Herrera ante la renuncia de Carlos Urzúa podría hacerlo Presidente, si es que decide abonar a la política económica nacional y no acepta sus posibles puestos en el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial u otros atractivos puestos. No parece que el Secretario de Hacienda y Crédito Público esté por la labor de un protagónico, aunque la tradición debería decir lo contrario.
Las opciones no se cierran en elegir a la primera mujer gobernadora del Banxico u optar por la tradición política, lo evidente es que la Junta de Gobierno que operará a partir de 2022 estará mucho más configurada de acuerdo con las preferencias de López Obrador.
Entre tino y desatino, la administración del Banco permite a los subgobernadores una estancia de ocho años, asegurando de esta forma no ser elegidos por un solo gobierno. Esta situación se rompió tras la salida de Carstens y Roberto del Cueto, abriendo esa ventana de oportunidad que seguro no será desaprovechada para generar la metástasis de la 4T. El asalto al Banco de México no resulta tan mediático, ante amenzas de reformas constitucionales y conspiraciones dignas de una serie de suspenso, la lucha por mantener su atonomía y continuar con la veracidad económica merece toda la atención.
Entre tanta grilla y plan perverso, los personajes que buscan el protagónico parecen estar mucho más cercanos a la empatía antineoliberalista que a la responsabilidad neutral que representa el puesto, una manera popular de ganarse un papel que requiere mucho más que la aceptación presidencial para su éxito.
Bien lo dijo Tokio, “si lo piensas, nunca es un buen día para un atraco…”, algo que en tiempos de populismo y discurso fallido debería aplicarse a una situación nacional carente de resultados. Entre discursos y “buenas voluntades”, a alguien se la olvida que hay que generar, administrar y cuidar un modelo que, hasta la fecha, ha sido congruente, un Banco de México que no puede permitirse errores ahora que los tiempos parecen ser mucho más intempestivos que lo prometido.