¿Sabías que… al mandar un correo electrónico, actualizar tu Facebook, abrir Wikipedia, ver un video en YouTube o consultar el clima desde una app estás contaminando al planeta? Al escuchar la palabra contaminación es común asociarla con acciones como tirar basura en las calles, no reciclar o usar medios de transporte que utilizan hidrocarburos de petróleo, pero, hoy en día, cuando la tecnología ha tenido un repunte exorbitante, debemos considerar que las herramientas digitales también contaminan.
Actualmente, el uso de las tecnologías de la información aporta el 2.7% de las emisiones de carbono de todo el mundo; se tiene la creencia de que los medios digitales, al ser intangibles, no generan ningún tipo de contaminación, sin embargo, recordemos que toda esta tecnología, empleada a través de aplicaciones y sitios web, reside en enormes infraestructuras, cables con alto gasto de energía eléctrica y hasta búnkeres debajo del mar donde se guardan los datos de manera física.
Gracias a la popularidad de la nube se piensa que la información ya no existe en nuestros discos duros, pero, en realidad, se encuentra en grandes y complejos centros de datos, el problema es que este consumo ha crecido tanto que, de continuar así, el uso de las tecnologías terminará contaminando de la misma manera que los medios de transporte. De acuerdo con estimaciones del Centro de Eficiencia Energética de Telecomunicaciones (CEET) de Australia, por medio de Internet se emiten 830 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, se estima, además, que existen casi 4 mil millones de usuarios en el mundo, lo que provoca el incremento de la demanda en energía eléctrica y, por lo tanto, de CO2. Paola Mercado Lozano, asesora del Sistema de Universidad Virtual de Guadalajara, nos da el siguiente ejemplo: un correo electrónico de un megabyte con texto, imágenes y un documento adjunto equivale a, aproximadamente, 19 gramos de emisiones de dióxido de carbono emitidas al ambiente.
No sólo tenemos un problema con el uso de la nube, aplicaciones y páginas web, también la compra de aparatos electrónicos va en aumento, el concepto de obsolescencia programada existe y los productos se diseñan para ser sustituidos a la brevedad, marcas como Xiaomi sacan al mercado nuevos celulares cada 6 meses y Apple, a su vez, renueva sus equipos cada año, con el fin de incrementar en sus clientes el afán de estar a la “moda”, lo cual conlleva a que los productos que ya no se utilizan, en el mejor de los casos, cambien de dueño o terminen en la basura; también está el problema de los cementerios de tarjetas gráficas –empleadas para minar criptomonedas–, la minería les exige un alto rendimiento y suelen dejar de funcionar rápidamente, por lo tanto, deben ser reemplazadas; PayPal anunció que para el 2021 aceptará criptomonedas en su wallet, lo que augura un incremento en el consumo eléctrico y de tarjetas gráficas. Facebook ya está planteando instalar sus centros de datos en el ártico, para reducir el impacto de huella de carbono de los sistemas de enfriamiento; Google proyecta colocar sus servidores debajo del mar, con el mismo propósito; Microsoft ya cuenta con búnkeres en el fondo del océano para reducir el impacto energético y aumentar la seguridad física de sus instalaciones.
Lamentablemente, todavía no terminamos de crear conciencia de la manera en que consumimos y cómo utilizamos lo que consumimos, no existe una cultura, al menos en México, que sea amigable con el medio ambiente; es necesario entender que el uso de Internet implica un daño para el planeta; de igual manera, exigir leyes y regulaciones para las grandes empresas en las cuales reside nuestra información; por nuestra parte, podemos emplear más tecnologías con etiquetado green tech y ecoSmart, como un primer paso para evitar la contaminación digital.