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De estrategia y biología

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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El ecosistema empresarial tiene fascinantes similitudes con la biología. Plantas y animales buscan adueñarse de un nicho que les permita sobrevivir y, si es posible, crecerlo. Mientras los dinosaurios habitaron la Tierra durante unos 180 millones de años, las cucarachas llevan en el planeta más de 350 millones de años.

Los dinosaurios son el ejemplo clásico de obsoletización y anacronismo: una especie frente un sistema dinámico al que no puede adaptarse evolutivamente. Las cucarachas, por el contrario, parece que nada puede contra ellas y su secreto tiene que ser la adaptación.

Viene al caso recordar el experimento realizado por el profesor G. Gause de la Universidad de Moscú: en una botella de cristal metió dos pequeños animales (protozoa) y les dejó una dosis adecuada de alimentos. Tras diferentes variaciones concluyó: si los animales eran de diferente especie, subsistían juntos; pero si eran de la misma especie, se morían.

Esta idea en estrategia de negocios se conoce como el Principio Gause de Exclusión Competitiva: dos empresas no pueden coexistir si ganan dinero de manera idéntica.

Un organismo necesita apoderarse de un espacio especifico que le permita sobrevivir y ser competitivo; si no lo hace, muere. Esto implica concentración, enfoque, una clara asignación de recursos y sobretodo la unicidad (uniqueness): es mejor ser único y relevante que ser mejor.

El panda, por ejemplo, está a punto de extinguirse; no tiene los recursos suficientes ni se ha adaptado al entorno. Su principal alimento es el bambú que tiene una floración cíclica y limitada, lo cual complica su alimentación. Su proceso de reproducción y gestación hace que difícilmente sobreviva alguno de los cachorros.

Y el panda no es el único, la ONU alertó que se extinguen 150 especies animales al día, lo que se considera la mayor ola de pérdida biológica desde que desaparecieron los dinosaurios. Paralelamente, la desaparición de empresas se ha acelerado y los ciclos de vida se han acortado. Los grandes caen por rigidez e inercia, mientras los chicos ganan por flexibilidad y velocidad.

En los últimos años, gracias al pensamiento sistémico, la empresa también puede analizarse bajo la óptica orgánica y biológica.

La dinámica es parecida: se adueña de un nicho (la empresa encuentra un ángulo competitivo), se definen los principales métodos de alimentación (puntos de realimentación, restricción y crecimiento), al tiempo que la competencia reacciona y se enfrenta. El desenlace depende de la flexibilidad e innovación de la empresa para sintonizarse con las necesidades del mercado.

Cada ecosistema requiere de configuraciones particulares. Un oso polar, un camello o un caimán son especies y sistemas distintos, cada uno frente a su entorno. De la misma manera, ciertas organizaciones están mejor equipadas que otras para determinadas formas de competir.

No solo se trata de la sobrevivencia de la empresa; este concepto puede aplicarse al portafolio de negocios, líneas de producto o segmentos de negocio. Se puede ser único en algo pero no puedes ser único en todo. Los recursos siempre son limitados, y no hablo solamente de dinero.

Y ya entrados en el tema, esto se extrapola a los líderes que tienen que ser renovados o reemplazados. Los líderes tienen vigencia y los hay para diferentes etapas: unos que funcionan mejor en la parte del crecimiento, otros que son mejores en la consolidación. Difícilmente hay líderes para todos los escenarios que se presentan a través del tiempo.

Seguir vigente significa adaptarse y en ocasiones esto requiere que se vuelva a empezar. Si no hay exploración, aventura y audacia, se incurre en el riesgo de que el negocio quede eventualmente desincronizado del entorno y los líderes confundidos respecto a dónde perdieron su camino.