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Conócete

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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Después de 30 años de consultoría, de impartir clases de estrategia en diferentes universidades del mundo, de consultas personales y montar varios emprendimientos, y particularmente al observar cómo los directivos y dueños de empresas han procesado esta pandemia, puedo concluir que la variable determinante en el éxito de un negocio, e incluso en la vida personal, es el autoconocimiento.

Desde el año 800 a.C., el Oráculo de Delfos, consultado por emperadores, mercaderes y gente común, nos lo advertía a la entrada del templo: (gnóthi sautón), traducido: "Conócete a ti mismo". Con eso, parecía sugerir al arma secreta y la solución del conflicto en turno, incluso la de la duda y el miedo.

Infelizmente, en esta era actual, el autoconocimiento no se enseña, se valora poco, suena a rollo psicológico. Sin embargo, la realidad es que vivimos capturados por sesgos de pensamiento, mecanismos de defensa que protegen al ego y reacciones emocionales automáticas; nos desdoblamos a partir del autoengaño.

Tomamos decisiones para reforzar nuestras hipótesis inconscientes, al tiempo que escuchamos y vemos sólo aquello en lo que creemos. Nos mentimos a nosotros mismos y hasta nos indignamos cuando no nos creen: "Pero cómo, si hasta yo me la creí".

Basta con ver negocios famosos que navegaron en coma durante años, pero sus directivos no cambiaron nada: un Blockbuster moribundo, un Nokia despistado, un adicto en negación que acaba por arrastrar a su negocio a la quiebra.

Lo mismo pasa con países (en particular los de Latinoamérica): opositores políticos fieros que cuando llegan al poder evidencian su incompetencia. Nada peor que un líder carismático, pero incompetente. Como dicen en España: Un tonto te incendia un pueblo.

El manual de ruina de un país, en cualquier continente, es público y está repleto de ejemplos: subsidios y dádivas, empresas gubernamentales, incertidumbre a la inversión, siembra de resentimiento y lucha de clases.

Se puede negar la realidad, pero no se pueden negar las consecuencias que se construyen en la negación. Entre amistades podemos tolerar nuestras partes ciegas, pero si se refiere a una gestión de entidades, las partes ciegas generarán consecuencias sistémicas ineludibles.

Y cuando las consecuencias de la mala gestión se manifiestan, cuando la caída se convierte en inminente, el líder, que no se conoce a sí mismo, busca ipso facto un chivo expiatorio para culparlo y sacrificarlo: "Me presentaron información equivocada", "fueron los enemigos de la Nación", "los clientes no entienden".

Otra forma de llamar al autoconocimiento es la inteligencia intrapersonal acuñada por Gardner y que la define así: la que nos permite saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades; la que nos provee claridad de nuestras metas y de cómo obtenerlas, y nos ayuda a anticipar nuestras reacciones. En suma, es tener una representación mental acertada de uno mismo, así como de otros y nuestra conexión con ellos; tener la habilidad de monitorear y, si fuese necesario, hacer cambios en nuestra representación mental cuando se requiera (Changing Minds, Howard Gardner).

El que se autoconoce se acepta a sí mismo: está más o menos consciente de sus complejos, es receptivo y humilde. Sabe que no lo sabe todo y aprende, se adapta y crece. También hace crecer a lo que tiene cerca.

El que vive en el autoengaño es como un hoyo negro en el espacio que devora a lo que tiene cerca. Su autodestrucción nunca es sólo de él o de ella, se lleva de encuentro a todo.

Confío en que generaciones futuras enseñen psicología, y desde la primaria, resalten principios básicos de autogestión: conócete, acéptate, estúdiate. Si te conoces, te aceptas y así conocerás y aceptarás a otros.

El autoconocimiento, la perspectiva y la lucidez son la materia prima para mantenerse vigentes.