INICIO | ESTILO Y VIDA
ESTILO Y VIDA

Recuerdos de infancia, ¿me impulsan o me frenan?

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

Share This:

Cuando nace un bebé, carece de experiencias, las cuales se van formando a medida que va creciendo. Estas dependerán del entorno, el momento histórico, social, político, del lugar donde nazca. Todo lo vivido en este periodo de la infancia se convertirá en memorias y creará una plataforma de creencias que conducirán la vida adulta de este ser humano.

Cuántas frases que se hacen leyes se pueden recordar de la niñez, por ejemplo, “ponte suéter, si no te enfermas”; “los hombres de esta familia deben tener un título universitario”; “hija, debes saber cocinar”. Hay algunas que carecen de fuerza e influencia cuando somos adultos, pero otras pueden impulsarnos, como catapulta, al éxito o hundirnos en los más horribles fracasos.

Esos recuerdos se vuelven creencias y las tomamos como verdaderas, aún cuando pueden no serlo. En nuestros primeros años escribimos en el cerebro toda la información que usaremos de grandes, estos datos no se juzgan, se registran sin pasar por el razonamiento de si es favorable o desfavorable para nosotros. Esos comentarios de nuestros padres, maestros y figuras importantes, que descalificaban o alentaban algún comportamiento, todo lo que nos decían que podíamos hacer, se vuelve el motor para lograr objetivos sin dudar.

La información cerebral entra en acción la siguiente vez que tenemos una situación parecida a la que, de manera inicial, se registró. Va a aparecer como el primer “pensamiento respuesta” a la vivencia actual. Por ejemplo, si tenemos grabado que los idiomas son difíciles de aprender, el primer pensamiento cuando nos enfrentemos a uno nuevo puede ser que “tiene una estructura compleja”, esto va a derivar en “no puedo aprenderlo”.

Aun cuando nos demos cuenta de que tenemos más herramientas y capacidades para lograr estudiar otro idioma, saltará de manera inconsciente el pensamiento raíz, bloqueando todo avance. De igual manera trabaja en sentido contrario. Funcionan como profecías autocumplidas, si de raíz escribimos que se puede lograr, así será.

Toda información la escuchamos, la vimos o la experimentamos, nada es inventado. Es muy importante conocerla para poder, conscientemente, modificarla. El cerebro es predecible, así que, si le damos una premisa nueva y la repetimos lo suficiente como para grabarla, transformará el siguiente resultado.

Si detectamos una creencia que nos impulsa, enhorabuena, habrá que potenciarla, pero si detectamos una que nos limita, será importante sustituirla.

Los pasos serían los siguientes:

  1. Conocer la información escrita en nuestro cerebro.
  2. Ubicar las creencias limitantes. Cuestionarlas, hasta tomar conciencia de ellas.
  3. Generar una nueva creencia, que potencialice en lugar de limitar.
  4. Sustituirla a través de la repetición, hasta incorporarla en nuestro sistema de convicciones.

Esta última parte es la más difícil, ya que requiere de continuidad y constancia hasta tener la creencia incorporada y automatizada. La vida se puede cambiar, al convertir las ideas limitantes en potenciadoras.

Y a ti, ¿qué te decían de niño?