A raíz de esta pandemia el contacto físico se ha hecho cada vez más limitado, ya no se podía salir libremente y mucho menos dar la mano o saludar de beso por el riesgo de contagio; cuanto menos un contacto íntimo sexual, si es que no vivías en el mismo domicilio de la persona con quien lo tendrías.
Esta situación desembocó, como solución, dos posibilidades: el autoerotismo y el sexo virtual. Estas no son nuevas, ya tenían mucho tiempo siendo utilizadas por la población en general, pero se intensificaron a raíz de este confinamiento.
Me enfocaré en hablar del sexo virtual, también llamado sexting o sexo online, que consiste en intercambiar imágenes, mensajes, fotos o videos específicamente de contenido sexual y erótico por vía electrónica; el medio más utilizado y popular es la plataforma WhatsApp.
Este tipo de intercambio sexual lleva a los involucrados a generar en el cerebro las mismas sensaciones que experimentan cuando están físicamente con la otra persona e, incluso, pueden ser más intensas, ya que el estar del otro lado del dispositivo inhibe el factor “vergüenza” a la hora de hacer peticiones y expresarse.
Como mencioné anteriormente, es indispensable el uso de un aparato electrónico para ejercer esta práctica. Eso me recuerda una película de los años 90. El Demoledor, protagonizada por Sylvester Stalone, es una cinta de ciencia ficción que plantea que en 2032 (lo cual no está muy lejano a nuestro tiempo) el sexo carnal se consideraba algo sucio y peligroso.
Para tener sexo, los protagonistas debían usar unos dispositivos de realidad virtual, una especie de cascos que recreaban las sensaciones placenteras y orgásmicas, al ser conectados a los centros cerebrales encargados del placer. En aquel tiempo parecía muy descabellada la idea, no así en nuestros tiempos.
Entonces, podríamos decir que nos alcanzó el futuro, esto de tener sexo a través del celular o la computadora se puso de moda y es una de las prácticas más comunes de la época actual. Yo te podría decir que el 85% de las personas que conoces lo han practicado, y probablemente el resto también, pero no lo va a admitir ni confesar.
Esta práctica requiere un conocimiento sobre el uso de la tecnología, así que los jóvenes son los principales practicantes de esta modalidad sexual por ser Internet parte de su vida, pero eso no excluye a todas las demás edades, que se han inscrito en plataformas generadas especialmente para facilitar el contacto sexual virtual y hasta emojis para el sexting han sido creados.
En el sexo carnal se usan todos los sentidos, el tacto, el olfato, el gusto, la vista y el oído; dentro del sexo virtual solamente se involucra la vista y el oído, me pregunto si la imaginación realmente puede suplir los sentidos que han quedado fuera. Nuestro cerebro es maravilloso y, como a nivel inconsciente no se distingue lo real de lo virtual, puede que, en un futuro, tal como lo predice El Demoledor, ya no sea necesario el contacto físico.
Es innegable que esta modalidad sexual ha ayudado a disminuir los contagios que pudieran darse a través de los besos e intercambio de fluidos. Pero qué tanto el contacto físico es importante para nuestro desarrollo emocional, el sentir un abrazo, un beso, una caricia.
La facilidad de entablar una conversación sexual a través de una pantalla o un texto puede hacer de esta moda una real adicción, al no tener inhibiciones y poder explayarse en todos sentidos al mandar una fotografía o un texto erótico. ¿Y el amor dónde queda? Ya que se corre el riesgo de enamorarse de una literal realidad virtual.
Así que, si decides practicar sexo online, hazlo de manera segura, ten precaución para no caer en extorsiones. Te recomiendo que no vivas solamente teniendo sexo virtual, el contacto piel con piel es necesario desde que nacemos y es indispensable para tener un desarrollo emocional sano.