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ESTILO Y VIDA

No es lo mismo dolor que sufrimiento

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

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¿Quién no ha pasado alguna situación complicada en la vida? No existe ser en la Tierra que no haya tenido alguna pérdida o experimentado la muerte de alguien cercano y querido. En toda situación siempre hay riesgo de sentir dolor, si el resultado no es el esperado.

El dolor se siente en el cuerpo, lo queramos o no. Puede ser de corta o larga duración, lo importante es sentirlo de manera correcta, pues la cantidad que se siente es directamente proporcional a la pérdida que lo origina. Se puede manifestar como tristeza o enojo.

Este dolor lo envía el sistema nervioso cuando algo no funciona bien. Siempre va a ser desagradable, por ejemplo, un ardor, una molestia, un pinchazo. Generalmente, con el tiempo o tratamientos desaparece.

El sufrimiento es una sensación que se presenta como reflejo de un padecimiento o una infelicidad. Su duración depende de lo que la persona decida. Es una elección. Puede ser constante y llegar a ser un estilo de vida. Sin importar que la causa que lo provoca ya haya pasado.

Cuando se vive una situación de sufrimiento, los pensamientos juegan un papel muy importante, pues alimentan las ideas que atacan, juzgan, culpan y no permiten vivir el dolor de manera adecuada.

El ser humano lo utiliza para no responsabilizarse de lo que sucede, creando resentimientos y colocándose en un papel de víctima, y más que ayudar a estar mejor, sirve para manipular situaciones o personas. Es importante tomar en cuenta que el sufrimiento suele ser más aceptado que el dolor, el cual se trata de evitar a toda costa.

Ambos son parte de la vida, el problema radica en instalarse en el sufrimiento y no dejar que el dolor se resuelva, para solucionar la situación que lo provoca o permitir que sane.

Las personas siempre actúan con una intención, ya sea consciente o inconsciente, para obtener una ganancia; en el caso del sufrimiento se pudiera pensar que no existe ganancia alguna al estar triste, enojado, llorando, sin embargo, la ganancia puede ser la negación del dolor, no hacerse responsable de los sentimientos, dejar las cosas en manos del otro para resolver la situación, victimizarse para manipular el entorno, llamar la atención de los demás, entre otras.

Si al sufrir una situación que provoca dolor, se evita sentirlo, no se podrá pasar a la acción, habrá más dificultad para darle solución y será más fácil caer en una posición de víctima. Cada día se viven muchas situaciones, no se puede escapar de las que nos dañan, pero sí se puede elegir la manera de afrontarlas para escoger de qué modo afectarán.

¿Cómo resolver una situación de dolor? ¿Qué hacer? Se debe aceptar que duele, expresarlo para poder trascender hacia la siguiente emoción que se presente. Responsabilizarse de la parte en la cual se pudo haber participado para generarlo o de lo que no se hizo para evitarlo.

Al aceptar el dolor, el sufrimiento pasa más rápido y no se instala, para dejar de sufrir se necesita reconocer que se está sufriendo y también tomar consciencia de cuál es la ganancia que se obtiene a través de ese sufrir.

Pongamos un ejemplo sencillo, cuando uno se cae en la calle y se hace un raspón en el codo. Aquí hay dos opciones, una es levantarse, curar la herida y tener los cuidados para que sane de manera rápida; la otra es llorar amargamente por la caída, por el raspón y culpar a la banqueta, al gobierno y a los zapatos por provocar la caída.

Desafortunadamente, es muy común elegir la segunda. El dolor del golpe va a estar presente e irá disminuyendo conforme sane la herida, pero el sufrimiento por haberse caído durará lo que la persona decida, lo que a su modo de ver la vida le convenga, si con eso consigue atención, apapacho, puede alargarlo para seguir gozando de esas ganancias.

El sufrir nos instala en una zona de confort que si bien es cómoda para el que lo vive, también genera un estancamiento. Un sufrimiento provoca, a la larga, un dolor más grande, que se convertirá en amargura, tristeza, desesperación.

Estas emociones, junto con los pensamientos, ciegan a la persona haciéndola creer que no hay escapatoria posible y sólo queda continuar en ese estado.

Hay actitudes y consejos que se pueden aplicar para cambiar de actitud y dejar el sufrimiento del lado:

1.- Ser compasivo con uno mismo. Ayuda a sentir el dolor en su justa medida y con eso poder superarlo más fácilmente.

2.- Tener una comunicación eficaz. Saber nombrar las emociones para identificar cuál se está experimentando.

3.- Reconocer si existe una ganancia dentro del sufrimiento que se tiene.

4.- Tomar la responsabilidad de actos y decisiones propias.

5.- Aprender de todas las experiencias, tanto éxitos como fracasos.

6.- Conocer los límites propios tolerables de estrés, para reducirlos a través del ejercicio, actividades lúdicas o al aire libre.

7.- Ser resiliente, es decir, desarrollar la capacidad para sobreponerse a momentos de dolor y sufrimiento.

8.- Vivir en el aquí y el ahora.

Recordar siempre la conclusión a la que llegó Buda: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.