
Hoy en día es muy raro que alguien no cuente con un teléfono celular, con el cual no sólo haga llamadas, también juegue, tenga acceso a su e-mail y revise sus redes sociales.
Aun cuando no lo estés usando, tu celular no se encuentra a más de un metro de distancia de ti y cuando crees haberlo dejado en algún lugar lejano o que lo has perdido, sientes que se te hiela la sangre y te da ansiedad por encontrarlo.
Hemos desarrollado una especie de adicción a los teléfonos, son fáciles de transportar y usar en cualquier lado. Pero al igual que sustancias como el alcohol o la droga, la dopamina que libera el cerebro al usar el aparato para revisar redes sociales hace que cada día sea indispensable tenerlo cerca.
Hay un término para esta “adicción”, se llama nomofobia y es el miedo a no tener contacto con el teléfono celular. Es totalmente irracional, surge en estos años que la era digital dirige las comunicaciones y la información. Es cierto que el no tener un celular limita la información inmediata, pero si obstaculiza realizar tus actividades cotidianas, empieza a ser problema.
La nomofobia ha sido causante de muchos conflictos en la vida de quien la padece, pues no poder revisar las noticias porque se olvidó el teléfono en casa o se acabó la pila genera niveles de ansiedad considerables, que alteran el comportamiento.
He observado que en casi todos los restaurantes hay lugares para conectar y cargar tu teléfono; y cuando llegan las personas, antes de ordenar la comida, solicitan la clave de Internet para no perder ni un instante de conexión.
Y ni decir que la comunicación ha pasado de verbal a escrita, aun en la misma casa ya se mandan mensajes de texto entre los integrantes de la familia.
Algunos de los síntomas de la nomofobia son:
Si tienes alguno de ellos, no dudes en asistir a terapia para apoyarte en la liberación de este trastorno. También es importante reducir el tiempo en que se usa el celular, aumentar las reuniones con amigos, dejando los teléfonos a un lado, hacer deporte en los horarios que se le dedicaban a chatear o ver reels.
Llevar un registro de las horas en las que más usas tu aparato telefónico es una buena manera de darte cuenta si, realmente, estás teniendo un cambio de hábitos.
Apaga tu celular de vez en cuando y realiza alguna actividad recreativa; cuando vayas de compras, deja el teléfono guardado en la bolsa o en tu chamarra y úsalo hasta que salgas de ahí, si es necesario.
Algo importante es detener el miedo a perderte de la noticia inmediata, el meme de moda, las invitaciones de último momento, los chismes... Ya te enterarás después y verás que no era indispensable estar pendiente. Las noticias importantes te llegarán por otro medio, si es que no pueden esperar.