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Innovación: de pioneros a adoptantes tardíos

Por: DCH. Edgar Josué García López
Doctor en Ciencias y Humanidades, por la UNAM y la UAdeC; investigador de la UCEM y del GICOM
edgarjosuegl@hotmail.com

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Todas las empresas tienen procesos de innovación diferentes, con variadas estrategias y atención a diversas necesidades; sin embargo, como común denominador, en todas ellas se puede encontrar que en el proceso de adopción del cambio siempre habrá quienes se atrevan a ser los primeros frente a otros que esperen hasta el final para sumarse.

Esto se debe, en gran parte, a un factor determinante que fue estudiado a profundidad por el sociólogo norteamericano Everett Rogers, en la década de los sesenta. En su propuesta, conocida como la Teoría de la Difusión de Innovaciones, expone que toda innovación atraviesa por un ciclo de divulgación mediante ciertos canales, hacia los miembros de un sistema social en un tiempo determinado. La efectividad del cambio radica justamente en el ejercicio estratégico con que se gestionen los canales, el tiempo y la selección del público meta.

Si el tiempo de adopción es muy largo, el ánimo, la emoción y la energía se desgasta; si es corto, se genera desconfianza y se cometen errores. Si el público no es el indicado, es decir, que no son ellos quienes toman las decisiones, el resultado será la indiferencia. Por otro lado, cuando los canales son inadecuados, el mensaje se pierde, no se comprende o no es suficientemente persuasivo.

Una vez que estos tres aspectos anteriores se han superado, lo que sigue es confrontar el principal reto de la estrategia: la incertidumbre. Esta sensación representa el mayor ruido del esquema. Se define como el grado en que un número de alternativas se perciben como resultados posibles frente a una situación, y la probabilidad de que cada una de ellas ocurra realmente.

El elemento más importante para disminuirla es la información, no solamente en el sentido de poseerla, sino en el de su gestión, usarla inteligentemente. El conocimiento sobre el camino y la claridad en las acciones a seguir en la transición de un estado actual a otro posible, promueve la seguridad en los adoptadores.

Para que el integrante de una organización se sume a la implementación de innovaciones es necesario que comprenda con claridad el beneficio que se producirá, en otras palabras, su relativa ventaja para mejorar; también es indispensable que dicha propuesta sea compatible con el corazón ideológico, con la experiencia o historial de la organización y con las necesidades de los adoptadores potenciales. Para que una idea encuentre menor renuencia es importante que llevarla a cabo no se perciba como algo complicado, que sea fácil de ensayar para probar y corregir; y que sus resultados sean visibles en el corto, mediano y largo plazo.

La difusión y adopción de innovaciones consta de cinco etapas identificadas como conocimiento, persuasión, decisión, implementación y confirmación. La primera se refiere al momento en que los involucrados se enteran de su existencia, de su funcionamiento y sus alcances; la persuasión es la formación de una actitud a favor o en contra; la tercera ocurre cuando los adoptantes se comprometen con acciones para aceptarla o rechazarla; por implementación se entiende su puesta en marcha, su uso; en la última etapa, se busca el reforzamiento de la decisión que ya se ha tomado previamente.

La oposición que presenta un adoptador potencial se conoce con el nombre de resistencia al cambio que, como se pudo observar anteriormente, es el resultado de infinidad de factores que bien podrían resumirse como el miedo a lo desconocido.

 

Seis puntos clave para la adopción de innovaciones en la organización:

  1. Una innovación es un cambio, un proceso de transición entre un estado actual y uno posible que se percibe como ideal.
  2. La planeación estratégica en la gestión de los canales, el tiempo y la selección del público meta facilita la adopción de innovaciones.
  3. El factor más importante para disminuir la incertidumbre es el fortalecimiento de la cultura de información.
  4. Para facilitar su adopción deberán mostrar ventajas relativas, compatibilidad con el sistema, mínima complicación operativa, posibilidad de experimentación o ensayo y visibilidad de resultados oportunos.
  5. Se requiere acompañamiento e intervención estratégica durante las cinco etapas del proceso de difusión y adopción de innovaciones: conocimiento, persuasión, decisión, implementación y confirmación.

Aunque es tentador asumir que lo ideal sería contar solamente con pioneros, eso no es posible, tampoco realista o deseable; cada modificación tiene un curso que seguir. Lo recomendable es reducir los lapsos en el gradiente que existe entre los pioneros y los aletargados; mientras menos tiempo transcurra entre unos y otros serán más visibles y profundos los resultados positivos. El mejor escenario es que los más resistentes al cambio sean la menor población, sobre todo porque no es posible distinguir cuándo termina una innovación y comienza otra.