Todavía recuerdo el día último del 2019, tenía en mente todas las metas que quería alcanzar, no contaba con que la realidad me iba a cambiar los planes.
Sí, estos meses han sido fuera de serie, eso de “2020, sorpréndeme” se ha manifestado a lo grande. Adiós a las vacaciones, a las celebraciones durante el ciclo escolar; la vida cotidiana pasó a ser impredecible.
Conozco a alguien que se enfermó de COVID-19 y su enfoque en los propósitos cambió de manera radical; la pandemia le enseñó que podemos morir en cualquier momento y por algo fuera de nuestro control; ahora, más que nunca, busca vivir como si cada día fuera el último, en lugar de ver, observar; en lugar de comer, degustar… saber aprovechar los pequeños detalles.
El virus nos motivó a cuidar y gozar más con nuestros hijos, ser más humanos y empáticos; ayudar a otros y dejar a un lado los propósitos unipersonales. Este año fue más que conseguir todo lo que se quería, apreciar lo que ya se tenía. El estar en situación de confinamiento nos llevó a un retiro de introspección obligado.
También encontré personas que pospusieron sus metas, pues la vida giró 180º, pasaron de ser parejas económicamente estables y con proyectos grandes, a ser desempleadas y padecer estrés combinado con depresión. Pero lograron equilibrarse por el trabajo interior que realizaron y la comunicación entre ellas.
Este año nos dictó sus propios objetivos, nos hizo voltear hacia lugares donde no habíamos ni siquiera sospechado y desarrollar habilidades que creíamos imposibles de adquirir.
Logró disciplinarnos, exprimirnos y llevarnos al límite emocional, en donde, como en las películas de acción, improvisamos para continuar, para salir adelante y mantener el nivel y estilo de vida al cual estábamos acostumbrados.
La clave del éxito ha sido reinventarse e iniciar de nuevo. Estar conscientes de que nada es seguro, la vida es cambio y movimiento constante, sobrevive el que se adapta mejor.
Ante los desastres naturales y en la evolución de las especies sobre el planeta, los que han sobrevivido son los que, en sí mismos, generan transformaciones en sus habilidades de adaptación y así logran avanzar, saliendo de manera exitosa de los conflictos.
Muchos regresamos a lo natural, creamos microempresas, nos preparamos en el manejo de redes y el mercadeo. Otros aprovecharon la oportunidad con sus negocios de geles antibacteriales y desinfectantes, que antes no se vendían en grandes cantidades. No cabe duda, las crisis deben servir para crecer.
Gran aprendizaje estamos teniendo como humanidad, lo primordial dejó de serlo, como si fuera un retiro espiritual masivo, las escalas de valores sufrieron modificaciones en sus conceptos, empezamos a darle valía a estar “con” la familia y los seres queridos.
Este será el reto de los años venideros, demostrar que realmente el aprendizaje, la transformación vivida fue real y profunda. Que supimos adaptarnos y estamos preparados para lo que el mundo pueda experimentar.
El 2020 está por terminar, qué nos depara el 2021, no lo sabemos, pero los objetivos planteados deberán ser flexibles, pues se irán modificando conforme pasen los meses y probablemente la tendencia será más del ser que del tener.
Y tú, ¿cómo evalúas tu año?, ¿qué quieres lograr en el 2021?, ¿de qué manera quieres crecer y en qué ámbitos de tu vida? Deseo de todo corazón que tu capacidad de adaptación sea óptima para lograr tus metas y tu felicidad.