
México es el segundo país, entre las economías emergentes, con una mayor dependencia del turismo en el mundo, pues los viajes, el hospedaje, los tours, así como otras actividades ligadas al sector, representan el 8.7% del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con el Inegi.
El mundo del turismo está en constante evolución y cada año surgen nuevos destinos que captan la atención de los viajeros y, por ende, involucran a la economía; existen diferentes tipos de turismo en función a los atractivos naturales o culturales del lugar, del motivo de desplazamiento o de la persona que lo realiza, como son aventura, urbano, negocios, de playa, religioso y deportivo, pero ¿cómo se clasifican estos destinos turísticos?
Existen dos tipos, los destinos maduros –aquellos consolidados de los que todos hemos escuchado hablar y la mayoría de las personas conoce–, los cuales cuentan con la infraestructura y los servicios necesarios para recibir a turistas, ya que en buena parte, el turismo es una de sus actividades preponderantes y, por otro lado, están los destinos emergentes, que presentan un desarrollo económico acelerado en un periodo corto, ya que han sido recientemente descubiertos y tienen un potencial grande, sin embargo, aún no cuentan con la infraestructura necesaria para recibir a demasiada gente.
Es importante señalar que una de las peculiaridades de los destinos emergentes, es que el tipo de visitantes se caracteriza por enfocarse en destinos menos populares y promocionados, pues busca novedad, experiencias personalizadas, culturales y, sobre todo, sostenibles –que tienden a respetar y preservar el entorno local, dando importancia al impacto ambiental–.
Actualmente, este tipo de lugares pretende promocionar dos tipos de turismo: el sostenible y el regenerativo, siendo el primero una opción de desarrollo socioeconómico, ecológico y cultural que utiliza los recursos patrimoniales sin afectarlos para su disfrute posterior e integrando a los miembros de la comunidad del destino en los esquemas de planificación y gestión de la actividad, en tanto que el segundo es un enfoque que promueve la regeneración de los ecosistemas y las comunidades locales, a través de actividades turísticas responsables y conscientes; busca activamente restaurar y revitalizar los sistemas naturales y sociales.
Al día de hoy, los destinos emergentes impactan en gran medida en la economía del país, ya que, con independencia del turismo, el sector inmobiliario se ha enfocado en promocionar y encarecer estos pueblos o ciudades, al promoverlos como destinos en crecimiento y con proyección a ser un atractivo turístico consolidado y, por consiguiente, son el atractivo principal de inversionistas tanto nacionales como internacionales.
Para concluir, los destinos llamados emergentes han ganado gran terreno en el sector inversionista y turístico, ya que incluso se les ha denominado “industria sin chimenea”, pues ofrecen experiencias en el sector turístico, además de que contribuyen al desarrollo económico y cultural.