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Síndrome del impostor: ¿acaso soy un fraude?

Por: Mariana Monserrat Ramos Turrubiartes
Auditora interna del SGC ISO 9001; emprendedora y jefa del departamento de idiomas de la Normal del Estado de SLP
marianart08@gmail.com

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Somos lo que creemos, nuestros pensamientos forman parte de nosotros. Según el estudio “The Impostor Phenomenon”, el 70% de las personas ha tenido esta sensación alguna vez en su vida, tres de cada cuatro mujeres lo padecen y este “estafador involuntario” forma parte de sus acciones diarias, es un fenómeno psicológico por el que la gente cree que no es inteligente, que no se ha ganado sus logros o que no es capaz o creativa, a pesar de que las evidencias indican que tiene las habilidades, lo cual forma parte de un sentido de inseguridad injustificado que permea en las decisiones que toma.

Existen varios factores que podrían explicar el origen de estas sensaciones: dinámicas familiares durante la infancia, estereotipos, diferencias salariales, percepción de éxito, fracaso y competencia. Es importante mencionar que no está ligado a la depresión, la ansiedad o la autoestima, simplemente es un estado mental que hace creer a las personas que no están a la altura de cualquier circunstancia a la que están expuestas.

Su nombre proviene de la sensación de ser un impostor por no tener las cualidades que algún trabajo requiera. Este término fue identificado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes mediante un estudio que expresaba que a pesar de que las mujeres que participaron habían obtenido grandes logros desconfiaban de sí mismas, pensaban que su éxito había sido un fraude y que tarde o temprano eso se descubriría.

De acuerdo con los test para identificar este padecimiento, algunas características son que las personas sienten que pudieron haber logrado más cosas (perfeccionismo constante), les cuesta trabajo aceptar cumplidos, consideran que sus logros van de la mano de algún tipo de suerte, tienen dudas de seguir teniendo éxitos, tienden a recordar las cosas que no hicieron bien, entre otras. Cuando hablamos de este fenómeno que forma parte de nuestro entorno podemos concluir que efectivamente la gente que está a nuestro alrededor puede ser parte de este grupo que tiene esas sensaciones en su día a día.

Es fundamental que las empresas estén conscientes de que es algo palpable e impacta en el desarrollo de nuestras tareas en el ámbito laboral. Las personas pueden sentirse limitadas, dudar de su alto potencial e incluso tener miedo de actuar por errar en su desarrollo profesional, el caso es aún más grave cuando los líderes cuentan con estos rasgos, ya que no sólo los afecta a ellos, sino a su equipo.

Hay muchas herramientas para evitar su aparición en el trabajo, así como acciones para fortalecer a los equipos en su alcance de metas. No es suficiente identificar que existe una necesidad de atender esta cuestión de manera personal, también es esencial implementar tareas que ayuden a cuidar al personal y su salud mental.

Algunas medidas consideradas eficaces son la creación de programas de psicoterapia o el coaching laboral que promueve el desarrollo de la confianza en las personas y la superación de inseguridades. También se puede implementar el liderazgo inclusivo, que fortalece el reconocimiento de uno mismo, su valor y su capacidad de salir adelante ante las tareas cotidianas. Además, las empresas pueden contar con un registro de logros, la evaluación de los criterios que se toman en cuenta para las promociones ayuda a establecer un entorno de diversidad y ofrece de manera equitativa oportunidades de crecimiento.

Las encuestas, a pesar de que algunos las consideran obsoletas, forman un pilar en la medición de logros y hallazgos. Es necesario permitir y dar un espacio en las áreas laborales en donde los trabajadores puedan expresar su satisfacción y conocer sus evaluaciones de desempeño, sus necesidades y el estado en el que se encuentran los equipos para generar acciones de mejora.

Aprender a confiar en ti, reconocer lo que se sabe y lo que no se sabe, explorar tus fortalezas y debilidades reales son el primer paso para gestionar este estado mental que inevitablemente puede volverse un hábito que te aleje de tus metas personales y profesionales. Estas prácticas permitirían que exista un corte cognitivo a partir del cual identificarás que tu percepción del éxito y del fracaso, así como de la competencia, puede tener un rumbo distinto que permita una vida menos frustrada y más abierta al crecimiento mediante victorias y derrotas.