Cualquier jefe, maestro, padre o madre con un poco de sentido común, busca la respuesta a la pregunta que titula este texto, la cual se encuentra sin duda en el punto medio entre la sobreprotección y la exigencia, ¿cierto?
Bueno pues a continuación expongo para ti una fórmula que ha resultado infalible y ha servido a psicólogos, directores de empresas y padres de familia exitosos para sacar lo mejor de una persona. Sin embargo, quizá te suene poco natural o incluso irracional.
Las palabras no solo consiguen lo mejor de una persona, sino que la transforman, son la base para una buena relación y reflejan la calidad humana de quien las emite.
Crítica sabia
"Escriban un ensayo sobre su héroe personal y me lo entregan para calificarlo", dijo la maestra a 44 estudiantes de secundaria. Al recolectar los textos, los investigadores, encabezados por el psicólogo David Scott Yeager, tomaron los ensayos y los dividieron al azar en dos pilas.
La profesora marcó en los escritos de la primera mitad algunos puntos con una nota genérica que decía: "Te hago estos comentarios para que tengas retroalimentación de tu trabajo". En cambio, en los ensayos de la segunda pila escribió una nota que los investigadores llaman "crítica sabia", que decía: "Te hago estos comentarios porque espero mucho de ti y sé que puedes ser el mejor" (altas expectativas + reforzamiento).
Cuando los estudiantes recibieron de vuelta su trabajo, tuvieron la oportunidad de revisarlo y volverlo a entregar para mejorar su calificación. ¿Adivina qué sucedió?
Sólo 40 por ciento de los estudiantes con la nota genérica eligió revisar el trabajo. En cambio, 80 por ciento de los que recibieron la crítica sabia, lo revisó e hizo más del doble de correcciones que los otros estudiantes.
Esta fórmula infalible (altas expectativas + reforzamiento) es muy poderosa; sin embargo, su poder se acrecienta si se le agrega dirección y apoyo. Por ejemplo, al decir: "Espero mucho de ti, yo sé que puedes ser el mejor. Así que acepta este nuevo reto y, si fracasas, juntos trataremos otra vez".
Para sacar lo mejor de las personas se requiere motivarlas, exponerlas al fracaso y provocar que desplieguen sus talentos más allá de lo que incluso ellas mismas creen posible.
Los resultados no importan, el tema es que se sientan apoyadas en el camino. De esta manera, creamos momentos de autoconocimiento, salud mental, relaciones profundas y autoestima, los cuales pueden transformar por completo a la persona.
Pero por qué no dirigir ahora los reflectores hacia nosotros mismos. La fórmula es la misma. Si bien la promesa no es el éxito sino el aprendizaje, para descubrir lo mejor de nosotros y ser nuestros propios mentores también hay que estirar la liga de nuestras capacidades.
Solo es cuestión de dar el paso. La primera sensación es el abismo, pero cuando el llamado viene del corazón, podemos estar seguros de que el puente hacia el otro lado siempre aparece. Seamos conscientes de que no hay fracasos, sólo información. Además, como dice el viejo dicho: "En el andar las calabazas se acomodan".
¿Cuántos de nosotros elegimos carrera, pareja o trabajo mucho antes de empezar a conocernos siquiera un poco? Quizá lo que nos mueve es el entusiasmo, la pasión o la inconsciencia. Por ello podemos afirmar que no es el autoconocimiento el que nos lleva a la acción, sino la acción la que nos lleva a conocernos más.
Concluyamos que sacar lo mejor de otro y de uno mismo nunca será posible dentro de la zona de confort, eso, tenlo por seguro.