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ESTILO Y VIDA

¿De qué te sirve tener la razón?

Por: LN. Laura Sánchez Flores
Terapeuta especialista en cognición, lenguaje y biodescodificación
sanlauris@hotmail.com

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Te invito a que recuerdes tu última discusión, ¿ganaste o perdiste? Al ser humano le encanta tener la razón. La sensación que provoca acertar o que tengas la última palabra es lo que hace que queramos imponer nuestras creencias e ideas sobre los demás.

Pero realmente ¿ganas?, al discutir, la mayoría de las veces, se involucran emociones fuertes, de ira, enojo, desesperación, y así te puedo mencionar muchas más. La búsqueda de tener la razón tiene como finalidad la aprobación y la sensación de que estamos en lo correcto.

¿Por qué le tenemos tanto miedo a equivocarnos y a la vulnerabilidad? Ese miedo que surge sin querer al encontrarnos con una persona que ve la realidad de manera diferente, de acuerdo a sus creencias, pensamientos y percepciones. Tener que luchar por imponer el punto de vista personal es agotador y genera dificultades.

De pequeños nos enseñan que hay que ser buenos y correctos. Con el paso del tiempo nos vamos dando cuenta de que lo que para unos es lo correcto y lo común, para otros no lo es. Aquí es donde empieza la disputa interna de tener la razón por encima del otro. Surge la creencia de que si tengo la razón voy a dominar al otro y eso me hace poderoso y nada vulnerable, no me podrá dañar.

La educación ha tenido mucho que ver en este asunto de ser el que tiene la verdad absoluta y la razón, ya que nos han educado con miedo a equivocarnos, a cometer un error. Cuando vamos a la escuela, las llamadas de atención siempre son por cometer una falla, ya sea al leer, al sumar, etc. A esto le seguía una tarea extra o una nota para ser firmada por nuestros padres.

En el mejor de los casos, la tarea extra era la reparación al fallo, pero si había que decirlo a los padres, ya era otra historia. Si bien te iba, solamente te ayudaban a corregir el error, pero corrías el riesgo de que te castigaran por no contestar adecuadamente.

El estar equivocado trae adherida la vergüenza y algo de frustración, entonces, nos acostumbramos a evitar fallar a toda costa. Aunque eso implique imponer nuestras ideas sobre los demás de un modo imperativo.

Claro que todo esto trae consecuencias. No existen verdades absolutas, hay enfoques, creencias y maneras de pensar, como personas existen en el planeta. Entonces, tener la idea de que yo estoy en lo correcto y tú, equivocado es una manera de caer en el egoísmo extremo, es ir en contra de la libertad de pensamiento del otro.

Esta forma de comportarnos hace que la autoestima se sienta vulnerada y que mostremos una inmadurez emocional. Ahora, no estoy diciendo que no defendamos los puntos de vista, pero sí que estemos pendientes de nuestras emociones, cuando empecemos a sentir enojo, frustración e ira es hora de analizar si tener la razón es de utilidad en ese momento.

Si ganar la discusión nos va a dejar un mal sabor de boca, nos va a alejar de los que queremos, entonces, tener la razón no nos está contribuyendo en nada a nuestra vida, así que puede ser que no nos sirva más que de perjuicio.

Creo que es mejor tener una actitud contributiva y constructiva con los demás, saber ponerte un límite cuando la discusión ya no va hacia una resolución pacífica. A veces es preferible ser feliz que tener la razón. Continuar con la amistad y no permitir que una necedad haga que el otro permanezca en discordia y molestia hacia nosotros.

Todos debemos gozar del derecho a pensar libremente, tener nuestras verdades, ideas y creencias, siempre sabiendo que el otro tiene el mismo derecho que tú.

Te doy un tip, escucha siempre el punto de vista del otro, no para rebatir, sino para entenderlo, para comprender lo que quiere decir y, entonces, hacer una comparación con tus propias ideas y puntos de vista, puede ser que te lleves la sorpresa de que creías que era un pensamiento opuesto y realmente es algo parecido.

Y cuando expreses tus ideas ante otros hazlo con respeto, asertividad, apertura y flexibilidad, esto te asegura que no llegarás a una discusión sin fin y te hará conservar la felicidad.