La eterna pregunta del ser humano: ¿quién soy?, cuestionamiento por demás difícil de contestar. La construcción de la identidad tiene que ver, en gran medida, con los aspectos emocionales, influye la interacción con los que nos rodean, las costumbres, las creencias, el lugar donde nacimos.
Al nacer, un individuo trae “de paquete” una serie de programas inconscientes que lo hacen actuar de maneras específicas, aparte de los instintos naturales de la especie humana. Conforme crecemos, estos programas se van desarrollando y ejecutando en todas las actividades diarias. Al observar a los niños podemos identificar rasgos de algún ancestro, ya sea en la forma de caminar, actuar o hablar.
Entonces, cuando nos hacemos grandes, vamos descubriendo quiénes somos. Algunos se conforman con los paradigmas preestablecidos en su vida y así, sin cuestionarse, continúan hasta envejecer, probablemente cumpliendo mandatos familiares.
Pero hay personas que se cuestionan el porqué soy como soy, ellas son las que tienen la opción de decidir quiénes quieren ser, dejando atrás los pedimentos de los antepasados y esas fidelidades consanguíneas para actuar del modo esperado. Suelen ser llamadas las “ovejas negras”.
El quién soy, como ya mencioné, tiene características preestablecidas, no las puedes decidir, como el color de ojos, el tono de piel, la textura del cabello; también naces con ciertas fortalezas y debilidades; pero hay otras que podemos ir moldeando de acuerdo con las decisiones que se tomen.
Estas pueden ser una larga enumeración de errores, oportunidades aprovechadas o perdidas, los miedos que se experimentan, los sueños que se cumplen y así, convirtiendo lo vivido en aprendizaje, la decisión de quién soy empieza a tomar forma.
El definirnos es un buen comienzo para descubrirnos, podemos pedir a cinco personas que nos conozcan bien que escriban, de manera sincera, algunas de nuestras debilidades y fortalezas, al comparar las listas podremos descubrir coincidencias, y así decidir cuáles desarrollar y cuáles modificar.
También es útil completar frases como: lo que me pone feliz es …, me hace enojar …, disfruto mucho … Estas nos dan una idea de los gustos y preferencias para ampliar nuestra definición. Cuestionarnos sobre nuestros valores, los “para qué” de lo que decidimos hacer, muestra facetas de la identidad propia.
Con esta información, sumada a la que traemos de “paquete” podemos hacernos una muy certera idea de quiénes somos. Al conocernos, entonces sí seremos capaces de elegir si queremos descubrirnos o decidirnos.
¿Descubrir o decidir quién soy?, todas las respuestas a esta interrogante son correctas, siempre y cuando estemos conscientes de las características personales que nos hacen únicos y especiales. En lo personal, es un privilegio tener cada día una oportunidad de transformarme, de ser diferente a la que fui cinco años atrás.
Conocernos, reorganizarnos y reinventarnos son palabras obligadas para todo aquel que está en la búsqueda de ser mejor cada día.
Yo agradezco la oportunidad que me da la vida, porque cada día me descubro y así tengo la oportunidad de transformarme en lo que decido ser.