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Estoicismo: inteligencia emocional para el emprendedor

Por: PhD. Julen Robledo
Doctor en Investigaciones Humanísticas. Director general de Akxom.
direccion@akxom.es

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El estoicismo era una corriente filosófica utilizada por las élites políticas del Imperio Romano. Se trataba de una “visión del mundo” dotada de una gran capacidad para afrontar las actividades cruciales de la vida pública (políticas, económicas, sociales, legislativas, emocionales). Los estoicos que conocemos (Marco Aurelio, Cicerón, Séneca) eran emperadores, políticos, generales y maestros, es decir, el tipo de personajes cuyas funciones profesionales ejercían una influencia máxima en la sociedad.

Veamos algunos de los principios por los que se guiaban estas grandes figuras históricas y apliquémoslos al emprendimiento de nuestro presente:
a) Orienta tus acciones hacia la vida pública
La visión estoica rechaza la vida marginal, el aislamiento o el alejamiento de la comunidad. Un hombre o una mujer no pueden alcanzar valor por referencia a ellos mismos en solitario, sino por medio del papel activo que desempeñan dentro de la sociedad, a través de sus funciones profesionales (como político, legislador, empresario, maestro). En este sentido, el estoicismo encaja a la perfección con la actitud del emprendedor. Ante todo, porque el emprendimiento empresarial –para tener éxito– debe enfocarse, por medio de la venta de sus productos y servicios, hacia la satisfacción de los intereses que la sociedad consumidora considera importantes para sí misma.
b) Mantén un control y dominio racional de las emociones
La doctrina del estoicismo se basa en el dominio y control racional de las emociones internas, al margen de las circunstancias externas que aparezcan, por desagradables o adversas que fueran. El bien y la virtud consisten en vivir siempre en un estado emocional basado en el justo medio, evitando tanto los excesos como las carencias de emociones. Por ejemplo, los estoicos calificaban la “alegría controlada” como una emoción virtuosa situada en el justo medio. Sin embargo, el exceso de alegría degenera en éxtasis y la falta, en depresión. Así, tanto el éxtasis como la depresión serían emociones a evitar por el emprendedor, porque desde ellas es más fácil cometer errores en la toma de decisiones.
c) Centra tus esfuerzos sólo en aquello que puedes cambiar
El estoicismo encuentra toda su fuerza en la finitud de las acciones del hombre y nos empuja a actuar siempre hasta el límite de lo posible, pero teniendo claro que ante algunas cosas somos impotentes. La atención debe dirigirse hacia aquello que sí se puede cambiar, al tiempo que dejamos en el olvido los acontecimientos incontrolables que dependen del azar o la fortuna. Hemos de ser conscientes de que, a lo largo de nuestro proyecto, vamos a derrochar mucho tiempo y energía, por lo que hay que saber gestionar estratégicamente ese esfuerzo que es limitado. Es primordial focalizarse en aquellas cosas que sí podremos cambiar para no desgastarnos intentando lo imposible.
d) Sé capaz de encontrar alegría en la adversidad

 El estoicismo reconoce que cualquier ser humano (incluido el emprendedor) encontrará dolor, sufrimiento o adversidad en su propósito de vida y hay que estar preparado. Sin embargo, si logramos afrontar las dificultades con fortaleza, procurando solucionar nuestra parte y ayudando a las personas afectadas, nuestro firme y admirable actuar ante la adversidad (además de incrementar las posibilidades de éxito) es ya condición suficiente para provocar alegría en nosotros mismos. Tal y como nos enseña el emperador Marco Aurelio en su obra Meditaciones: “Cada vez que algo te contrista, acuérdate en adelante de recurrir a esta máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una felicidad”.