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¿Incorporar al capo a tu equipo?

Por: Jorge A. Meléndez
Licenciado en Economía del Tecnológico de Monterrey, donde fue premio al saber. Director de Proyectos Especiales para Grupo Reforma
@jorgemelendez

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"Cuentas con todo mi apoyo. De hoy en adelante tus amigos son mis amigos... y tus enemigos son mis enemigos".

Así le dijo el capo Joe Colombo al productor hollywoodense Al Ruddy tras de que lo sumaran informalmente a la producción de la película El Padrino en la fabulosa serie The Offer.

El involucramiento de Colombo en la producción de The Godfather que reseña la serie (OJO, expertos advierten: hay exageraciones y falsedades) no sólo constituye pasajes divertidos, sino también aleccionadores.

Vámonos por partes, primero el contexto.

La serie pinta a Ruddy como un tipo imparable y creativo. Cumple a la perfección el rol del productor: "Hacer la película a toda costa".

Resulta que la mafia se siente insultada por El Padrino y busca impedir que se filme muy a su estilo: atentados, enviar ratas muertas al CEO de Paramount dentro del libro de Puzo, etc.

Y detrás de esta "persuasión mafiosa" está precisamente Colombo.

Ruddy consigue una cita para verlo.

"Me caes bien, chavo. Tienes unos h... enormes, pero no puedes hacer la película", le dice el capo al productor.

"Don Colombo, ya que estoy aquí, ¿le puedo dar mis razones?".

Divertido, el Don lo escucha.

Ruddy le echa un rollo sobre que la película trata de las minorías y los abusos del gobierno, la familia y la lealtad. Los mafiosos son víctimas.

Y luego le dice: "Lo invito a leer el script en las oficinas de Paramount. Si tras leerlo, usted dice que no se filme la película, no la filmamos".

Colombo está asombrado y halagado: "¿Quieres que yo lea el script?".

Total, va a las oficinas en una escena superchistosa y original.

No te hago el cuento largo: ni lee el script, tan sólo pide que no se mencione la palabra "mafia" en la película.

Por supuesto, Ruddy accede.

El Padrino se filma... y se convierte en ese entonces en la película más taquillera de la historia, ganando el Óscar al mejor filme en 1973.

Colombo y Ruddy hasta se hacen cuates.

Esta curiosa narrativa encierra una lección supervaliosa para los negocios, la política y la vida.

A veces la mejor forma de desarmar a tus opositores es incorporarlos a tu equipo. Hacerlos parte del proyecto. Lograr que esa idea que no les gusta la sientan propia.

Una táctica que puede ser muy efectiva, sobre todo si el opositor es poderoso, porque los enormes obstáculos que podía ponerle al avance se convierten en apoyos que pueden ser cruciales.

Tal como le pasó a El Padrino

La mafia los sacó de más de un apuro.

Y, sin embargo, hay que tener cuidado y evaluar muy bien a quién sumas al proyecto. A fin de cuentas, un trato con el diablo siempre conlleva el riesgo de salir chamuscado (¿verdad, Andrés Manuel?).

Ruddy corrió un riesgo enorme cuando de alguna forma se asoció con la mafia. Un socio equivocado puede enterrar cualquier proyecto.

Pero bueno, la serie pinta esa decisión como la última opción. O incorporaban al capo al equipo o la película no se filmaba.

A veces no queda de otra.

¿Cómo incorporar a un adversario a tu proyecto?

  1. Entiende sus objeciones. Pueden ser objetivas (frías) o emocionales. Dedícale tiempo a esto, nunca actúes como el Borras.
  2. Analiza: ¿qué puedes ofrecerle? Crea escenarios y posibles respuestas. Todo lo que le dediques a planear es tiempo superbién invertido. Sobre todo, en proyectos importantes.
  3. Negocia y ajusta. Advertencia, siempre mantén fría la cabeza al sentarte en la mesa. El que se enoja pierde.

Si no puedes llegar a un acuerdo, entonces prepárate para la batalla. Prepárate para posibles grillas u objeciones en el trayecto. El tamaño del adversario determinará tus posibles acciones.

Y, OJO, si llegaste a un acuerdo, si vas a incorporar a un "capo" a tu proyecto, siempre pregúntate antes: ¿vale la pena?

A veces es mejor emprender retirada que pactar con el chamuco.

Posdata. Hablando de capos, no extraditarán rápido a Caro Quintero. Don Manuel podrá dormir tranquilo un rato más.

En pocas palabras...

"La voz del demonio es dulce".

Stephen King