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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La utopía del metaverso o ¿distopía?

Por: LI. José Eduardo Carrillo Castillo
Gerente de sistemas e informática STRATEGA Consultores
eduardo.carrillo@strategamagazine.com

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El concepto de metaverso fue acuñado en 1992 por el escritor estadounidense Neal Stephenson, en la novela Snow Crash (1992), donde describe que el sucesor de Internet sería la realidad virtual, pero fue Mark Zuckerberg, en un intento de que la gente olvide los constantes escándalos dentro de la empresa Facebook, que volvió a traer el concepto de vuelta a la época actual, en lo que parece una estrategia de marketing de parte de la red social, esta idea es algo que empresas como Microsoft, Nvidia y Roblox han comenzado a crear desde tiempo atrás.

El planteamiento de hacer un metaverso se defiende con fuerza después de la pandemia, pues dichas empresas mencionan que mejoraría el trabajo remoto, ya no se necesitarían grandes espacios de trabajo, bastaría con que tengas tus lentes de realidad virtual y un pequeño lugar para moverte, y de esta manera interactuar con otros usuarios. Actualmente, ya existen metaversos como Decentraland y The Sandbox, en los cuales compañías como Sony y Samsung exhiben sus productos de manera digital, al igual que la isla caribeña de Barbados y Dubai piensan abrir sus primeras embajadas en alguno de estos metaversos; otro caso práctico es el de la empresa BMW, la cual utiliza realidad aumentada y virtual para crear prototipos de sus vehículos, ya no se realizan los diseños a lápiz y papel, ahora pueden previsualizar en tamaño real los coches que saldrán al mercado, ver las piezas necesarias y construir asientos más ergonómicos por mencionar algunas ventajas de este tipo de tecnología aplicada al diseño industrial.

Por otro, la Unesco entregó a Hla Hla Win el premio a la innovación por desarrollar tecnología para comenzar a educar a los niños por medio de realidad aumentada, gracias a esto ahora los números cobran vida, las matemáticas son más entretenidas y ya no sólo se ven dinosaurios en los libros, sino que los niños pueden ir a pasear con ellos mientras aprenden sus nombres. Un último ejemplo radica en la psicología clínica, se comienza a utilizar la realidad virtual para potenciar terapias contra cierto tipo de fobias, se puede confrontar a los pacientes con sus miedos en un entorno más controlado, si sienten pánico al público basta con desarrollar algún auditorio lleno de gente para enfrentar al sujeto a esa ansiedad que le genera hablar ante una gran multitud.

Hasta aquí todo bien, tal parece que el metaverso ofrece nuevas oportunidades de educación y desarrollo humano, pero es muy temprano para alcanzar aquella utopía prometida por los metaversos y vendedores del concepto, más allá de ofrecernos igualdad de oportunidades, hoy en día podemos observar conceptos como play to win, es decir, quien más dinero tiene, mejor podrá vivir dentro del metaverso, por otro lado es preocupante que, ante las calamidades del cambio climático, se prefiera vender la idea de vivir en un mundo virtual que ir solucionando el real.

Las interacciones genuinas entre seres humanos van a cambiar radicalmente en cuanto los metaversos vayan siendo más palpables, por ejemplo, ¿cómo vamos a liberar oxitocina, si los abrazos ya no serían reales? Hay que irnos cuestionando ante la inminente llegada del metaverso cómo vamos a sustituir el sistema de recompensas del cerebro y la respuesta biológica con esta tecnología, piensa en que, si te gustan las hamburguesas, ¿cómo comerías una dentro de un metaverso? La dopamina que se libera al probar tu platillo favorito pasaría a segundo plano.

Un último problema que surge (de momento) es el diseño de las gafas, ya que muchos usuarios que las han probado reportan que después de un tiempo el cuello duele y es cansado portarlas por más de 2 horas, te invito a que veas imágenes de los Oculus Quest en Google, la realidad virtual parece ser pesada y agotadora.

Por ahora, toca esperar cómo sigue evolucionando tanto la tecnología como el concepto de metaverso, todo indica que será de mucha ayuda para algunas cosas, pero la idea, como la planteó Mark Zuckerberg, parece distante y, más que una utopía, luce como una distopía disfrazada de buen marketing y ganas de salvar las acciones colapsadas de Facebook tras tanto escándalo.

Como diría el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "la función de la utopía, no es alcanzarla… la función de la utopía es estar ahí para que todos los días nos levantemos a buscarla".