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¡Respétalos y valóralos!

Por: MPO. Jennifer Amozorrutia
Experta en Cultura y Ambiente Laboral
jamozorrutia1@gmail.com

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Hoy, más que nunca, los colaboradores tienen la necesidad de sentirse respetados, comprendidos y valorados ante un escenario caracterizado por la incertidumbre y la volatilidad. La valoración en el trabajo tiene su fundamento en el respeto, que puede tener muchos significados, cambiantes de persona a persona. Organizacionalmente, representa un importante “pegamento social”. Pero ¿cómo definir un concepto tan subjetivo y amplio?

El respeto, desde lo particular y lo colectivo

Al ser subjetivo, se conforma de percepciones; de manera colectiva es la idea global de que los colaboradores en la organización son apreciados por su contribución. Por otro lado, en lo particular se define como el valor percibido de una persona, basado en sus comportamientos, logros y acciones. Sentirse valorado se fundamenta en un equilibrio entre el respeto deseado y lo que se percibe.

El respeto satisface la necesidad humana de validación, la cual es fundamental. Lamentablemente, muchos estudios reportan un desequilibrio entre lo que desean los colaboradores y lo que reciben. Incluso, muchos de ellos revelan los efectos negativos en quienes se sienten poco valorados y respetados en el trabajo.

Por ejemplo, un estudio de la Profesora Christine Porath, de la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, señaló que el 48% de los colaboradores que se sienten poco valorados y respetados intencionalmente disminuyen su esfuerzo en el trabajo y el 48% del tiempo que invierten en él. El 80% reporta distraerse pensando en un proyecto en el que se sintieron poco respetados y el 66% afirma que su desempeño empeoró después de haberse sentido de esta manera. Dichos efectos son consistentes con hallazgos que concuerdan en el hecho de que el respeto es una base importante para la autopercepción y tiene un impacto en la autoestima, y que, en el contexto laboral, las personas confirman su “valor” basados en el respeto que reciben.

 

Promover el respeto y la valoración

De acuerdo con el modelo desarrollado por Rogers y Ashforth, existen cuatro antecedentes importantes en la percepción del respeto particular y colectivo: justicia, civilidad, empowerment y compasión. A continuación, algunas estrategias basadas en estos conceptos:

  • Justicia: para fomentarla es fundamental practicar la meritocracia, a través de sistemas que velen por la aplicación imparcial de las políticas y lineamientos organizacionales, y sistemas cuya base sea el desempeño de los colaboradores y su participación en la consecución de objetivos, independientemente de cualquier condición.
  • Civilidad: con el objetivo de preservar las normas que fomenten el respeto entre las personas, es importante poner en marcha prácticas y códigos éticos, así como mecanismos que aseguren su cumplimiento. Asimismo, es clave incentivar los comportamientos deseados por la organización, al igual que los valores.
  • Empowerment: la autonomía en el trabajo es un signo de respeto hacia la persona, sus capacidades y su talento. Por esta razón, confiar en el colaborador involucrándolo en la toma de decisiones, en compartir sus opiniones, en optimizar sus procesos e integrar labores para mejorar su propio trabajo pueden ser operaciones sencillas que le permitan empoderarse en sus roles y sentir un mayor grado de validación.
  • Compasión: en el contexto laboral puede llevar a tareas muy sencillas cuya base sea el reconocimiento como seres humanos, promover su balance de vida y la empatía entre líderes y colaboradores, a través de la creación de espacios de diálogo.

En todos los casos, lo que cuenta es que las acciones demuestren que el respeto y la valoración son reales y genuinos. Después de todo, las organizaciones se conforman de gente que necesita ser tratada con dignidad y consideración, y un respeto que no sólo es fundamental, sino que forma parte de nuestros derechos humanos.