La pandemia, las decisiones de los bancos centrales en respuesta, los problemas en las cadenas de suministro, los conflictos geopolíticos de Rusia-Ucrania y China-Taiwán-USA, entre otros factores han creado una tormenta perfecta inflacionaria y de contracción económica que ha orillado a Europa cerca de colapso debido al mal manejo monetario y la dependencia energética ante Rusia, a Estados Unidos a una recesión “técnica”. Y para China: la crisis inmobiliaria, los repuntes pandémicos y los problemas geopolíticos han puesto en tela de juicio su supremacía como maquilador mundial y como la economía que apuntaba a superar a la de Estados Unidos.
El dólar estadounidense aún es la moneda mundial base y, ante panoramas de incertidumbre y sin claridad sobre en qué activos invertir, se ha convertido de nuevo en la divisa refugio de muchos capitales, pues de los problemas que actualmente azotan al mundo, pareciera que los estadounidenses son los menos graves.
Pero una moneda a la que poca fe se le tenía, ya que por decisiones políticas, monetarias, fiscales y de manejo diplomático en los últimos años, bien merecida se tenía esa falta de fe, ha emergido como la segunda de mayor fortaleza ante el dólar a nivel mundial. Sorprendentemente hablamos del peso mexicano, el cual ha cedido poco y en ocasiones hasta avanzado ante el dólar, que por primera vez en la historia logró superar en valor uno a uno al euro.
Pero ¿a qué se debe este fortalecimiento del peso mexicano? Empecemos analizando los factores y decisiones desde lo interno hasta lo externo. Internamente, la política fiscal estricta que rige actualmente al país ha provocado cierta certidumbre en cuanto al cumplimiento de México con sus compromisos económicos, aunque a su vez ha limitado la inversión nacional. Las decisiones tomadas a tiempo por parte del Banco de México han ayudado a atraer capitales extranjeros y evitar la salida de los nacionales, variable que me ha parecido bien manejada, aun cuando pueda limitar el crecimiento económico en el corto y mediano plazo por el encarecimiento del financiamiento. También como medida interna, aunque con un efecto negativo, tenemos la política energética como bandera de la administración actual, la cual ha sido vista con malos ojos por los socios comerciales del T-MEC e inclusive ha sido denunciada como una violación con consecuencias por verse.
Pasando a factores externos, a los que les asigno más de un 70% de las razones de la resistencia del peso ante el dólar, tenemos como variable primordial el debilitamiento de China como productor principal de empresas exportadoras a Estados Unidos, primordialmente guiado por el aumento en los sueldos, la subida de precios en los costos de transportación, el miedo al conflicto armado con Taiwán y los estrictos cierres ante la política “cero COVID”. Esto ha empujado a empresas globales a buscar opciones para mudar sus plantas, desprenderse de esos riesgos sistemáticos de China y acortar distancias con el mercado más grande del mundo, disminuyendo su exposición a la volatilidad de costos logísticos. ¿Qué mejor opción que México? Más de 3 mil kilómetros de frontera con EUA, sueldos menores a los de China, forma parte del T-MEC, una gran extensión de tierra en el norte del país disponible e infraestructura suficiente; ventajas con mayor peso que las desventajas como la inseguridad, la manera en la que se toman las decisiones en gobierno y la corrupción / burocracia que impera en la mayoría de las dependencias gubernamentales.
Todos estos factores han hecho que la inversión de capitales extranjeros comience a llegar a nuestro país, que exista una especulación internacional sobre los efectos que esto pueda tener sobre la economía mexicana y, por ende, siendo el peso una moneda necesaria para todas estas transacciones, aumente su demanda y limite el poder del dólar.
Esta oportunidad llega más por lo que el mundo atraviesa que por un acierto mexicano, pues ha estado latente desde el 2017 cuando, con Trump como presidente de Estados Unidos, comenzaron las tensiones comerciales con China y las grandes empresas del mundo buscaban mitigar riesgos.
Pero en México, la anterior administración se enfocaba en negociar su salida e inmunidad, mientras la entrante se concentraba por seguir en campaña y echar raíces populares para asegurar el mayor tiempo posible en el poder. La falta de visión ha caracterizado a los tomadores de decisiones en el país, pues la mayoría suele pensar a corto plazo, sin embargo, somos tan bendecidos y afortunados geográficamente que nos acaban saliendo las cosas de rebote.