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ECONOMÍA

Pink economy

Por: DA. Javier Rueda Castrillón
Analista económico en diferentes medios; autor de artículos sobre política y economía
jruedac@me.com

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¡Aquí hay negocio! Le pido de la manera más atenta quitar pre y perjuicios sobre el asunto, en un mundo tan sensible, estas fibras son “tema delicado” y debe entender que mi intención no es herir sentimientos ni generar reacciones poco controlables.

Pink economy maquilla con tinta de dólar un orgullo capaz de generar un increíble rendimiento empresarial, el impacto económico del colectivo a nivel mundial es medible y el renombrado Credit Suisse Bank es consciente de ello, su reporte coloca al colectivo LGBTTTIQ+ como la tercera o cuarta economía más grande del mundo. Fundamentado en la población global perteneciente y su patrón similar al del resto de los consumidores, llevados a producto interno bruto, es evidente que los 5.2 billones de dólares son un dato difícil de ignorar.

Ante la ola de oportunidades, sin meterme en el tema de la instrucción o la tendencia, cada vez más empresas reconocen el potencial buscando un posicionamiento mediático a favor de los derechos LGBTTTIQ+. El mes del Orgullo y la adopción de la bandera multicolor son triunfos de imagen llenos de controversia; la radicalidad puede ser tomada en actos como los de Dieter Reiter, alcalde de Múnich, que al iluminar el Allianz Arena con los colores arcoíris durante el partido Alemania-Hungría de la Eurocopa puso a la UEFA en camisa de once varas, exhibiendo una falta de política total para el tratamiento de este tema.

La importancia de mantener una postura inclusiva no sólo es relevante para la imagen pública, sino también para su desarrollo interno. Multitud de estudios demuestran que personas LGBTTTIQ+ han sufrido discriminación en su entorno laboral, lo que lleva a la necesidad de valorar cada entorno en una globalidad, sabiendo que no es lo mismo la cultura árabe, la europea o la asiática, así como la obligación de no generalizar ni caer en cifras de pánico.

El mundo financiero también ha puesto el dedo en la llaga, BBVA presentó en meses pasados una guía para dirigirse específicamente a las personas trans, con el objetivo de contribuir a la creación de un clima laboral inclusivo. Esta guía incluye un glosario con definiciones adecuadas de conceptos relacionados con la identidad de género, así como consejos para que los empleados puedan prepararse para una transición de género. La entidad bancaria se suma a más de 400 empresas reconocidas por tener directivos abiertamente LGBTTTIQ+, o por haber sido votadas como buenas empresas en términos de inclusión. Estas compañías muestran un rendimiento económico superior al mercado mundial en los últimos años, generando una rentabilidad media anual del 11.7%, lo que representa una diferencia de 432 puntos porcentuales con respecto al mercado global. Estos datos demuestran que las empresas inclusivas no sólo son más justas, sino también más rentables y presentan un mejor desempeño económico.

¿Estaremos confundiendo el enfoque? Pareciera que las empresas con mayor participación en este campo son más rentables, valorando la promoción hacia la diversidad y capacidad de elección con un buffet de “género” que, dicho con todo el sustento, representa un negocio rentable. El adoctrinamiento hacia la diversidad se mezcla con temas más complejos, en un mundo en el que las personas tenemos sexo y género, la confusión de palabras causa controversias que, ante lo delicado del tema, pudiera parecer intransigente y retrógrado.

La economía rosa es un concepto acorde a las nuevas oportunidades del mercado, con matices de negocio ético y esteroides capaces de crecer en tiempo récord su demanda, llevándonos a posiciones en las que lo inclusivo también podría lidiar con el respeto y la razón. Un ganar-ganar para un entorno que gira rápido hacia las necesidades de un segmento rentable que no debería iniciar en el mundo infantil por obvias razones… ¡no hay necesidad! Es tan evidente que el empuje y falta de tacto daña una transición que sería mucho más sencilla sin la imposición. Las mal llamadas familias disfuncionales de Disney nunca fueron un problema, la mezcla de elementos raciales con los sexuales es innecesaria para la aceptación en un mundo que, sin lugar para el debate, necesita mucho amor, del bueno…