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Tormenta a la vista

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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Ocurre algo fascinante: la vida que tenemos ahora, que disfrutamos o padecemos, el bienestar o el malestar que se tiene en un país, el éxito o fracaso de una organización en la que trabajamos actualmente, son producto de la toma de decisiones que se hicieron en el pasado.

Si se trata de nuestra vida personal, no hay a quién culpar: hemos sido nosotros mismos los que diseñamos, consciente o inconscientemente, la situación en la que vivimos: estamos como hemos sido. Nosotros decidimos y nos convertimos en nuestra propia causa.

Si se trata de una empresa, los directivos viven las decisiones de sus antecesores, sobre todo las más estratégicas. Por ejemplo, fue el genio de Steven Jobs que encaminó la trayectoria de Apple y la que sentó las bases para que Tim Cook siguiera catapultando a la compañía.

Si se trata de un país, se viven las implicaciones de decisiones tomadas por otros gobernantes a los actuales. Por ejemplo, una palanca de crecimiento que hemos tenido durante décadas, el T-MEC/TLC, fue creada durante el sexenio de Carlos Salinas.

Somos depositarios del pasado y depositantes hacia el futuro.

En nuestro México actual se aprecia, con tristeza, que las trayectorias están siendo alteradas de manera significativa, por lo que: la inversión privada está temerosa y en estado de alerta; hay salidas fuertes de capital y no se vislumbra que se revierta esta tendencia; las intenciones de contrarreforma de la apertura energética, así como las posturas hacia las paraestatales, auguran más deuda, menos inversión en energías renovables y más ineficacia de gestión; la obsesión por tener funcionarios "leales", antes que competentes, impactará negativamente por décadas; las decisiones abruptas, como la tomada alrededor de la distribución de los medicamentos, genera pobres resultados y así podrían enlistarse malas ejecuciones y una visión estratégica retrógrada.

Lo anterior puede ser un tema de falta de lucidez, donde no se contemplan la complejidad de los sistemas y se ignoran los sesgos de pensamiento, donde:

  1. Se confunde el síntoma con la causa.
  2. Se subestima que la causa y el efecto suelen estar separados en el tiempo y en el espacio.
  3. No se reconoce que un evento tiene efectos múltiples.
  4. No se anticipa que una solución genera problemas nuevos o se convierte en el problema del futuro.

O también puede ser un plan maquiavélico de control político, donde a continuación enlisto algunos elementos de lo que podría considerarse parte de la metodología:

  1. Se define la audiencia meta; lo que sería la base política: en América Latina suelen ser los "pobres" y que arquetípicamente se le llama "el pueblo".
  2. Se enciende la lucha de clases y cualquier otro tipo de lucha que polarice y divida. El odio diluye la psique individual y la masa es fácil de manipular.
  3. Se obtiene el control de las fuerzas armadas y la policía y, de ser posible, del Poder Judicial.
  4. Se controlan los medios de comunicación masiva. La voz y la imagen son lo primero a controlar; la letra impresa tiene poca audiencia.
  5. Se domina la narrativa colectiva. Los discursos son constantes: si se llena el espacio, nada nuevo puede entrar.
  6. Para no ser oficialmente dictadura, se deja viva una oposición y un sistema "democrático", aunque desarticulados.
  7. Cuando la realidad se impone y los resultados económicos se deterioran, se buscan chivos expiatorios.
  8. Se ataca y se enjuicia a otros sistemáticamente para no ser atacado ni enjuiciado.
  9. Se adueñan de íconos históricos y patrios cargados de energía psíquica.

El futuro de México está en juego: sin oposición fuerte, sin contrapesos, con la simpatía del desinformado voto popular, con ciudadanos quejumbrosos, pero desinvolucrados, con una iniciativa privada tibia y sin ideólogos carismáticos, México navega, infelizmente, rumbo a una tormenta que ya aparece en el radar.