“Somos diferentes, pero no por eso desiguales”.
Reconocer que entre mujeres y hombres existen diferencias en cuanto a las necesidades en materia de salud, acceso y control de los recursos, y que estas diferencias deben abordarse con el fin de corregir desequilibrios, es lo que busca el enfoque de género. En el ámbito de la salud, la inequidad se traduce en las desigualdades injustas, innecesarias y prevenibles en el estado de la salud, la atención de salud y la participación en el trabajo sanitario.
Algunos ejemplos de las desigualdades en esta materia que señaló Amartya Kumar Sen, economista Premio Nobel, son:
desarrollo profesional, se refleja en menos opciones para una buena salud y la de sus familias. Por otro lado, es común que, en el ámbito profesional de la salud, las mujeres sean las principales cuidadoras en atención sanitaria muchas veces con o sin remuneración, mientras que son, la mayoría de las veces, los hombres quienes tienen mayor capacidad de influencia política y toma de decisiones.
En el ámbito de la salud laboral, las mujeres perciben menor salario, sufren más acoso laboral y sexual, tienden a desarrollar más problemas de estrés, depresión, problemas de la voz y trastornos musculoesqueléticos. Mientras que los hombres pueden presentar más accidentes de tráfico y de trabajo, discapacidad relacionada con estos percances, dermatitis de contacto, enfermedades pulmonares, disminución de la agudeza auditiva o pérdida de esta, intoxicaciones, y lesiones principalmente en columna lumbar, brazos y rodillas, y enfermedades cardiovasculares.
Durante la pandemia, en el curso de la enfermedad y la atención en salud podemos encontrar desigualdades, con los datos disponibles se estima que los hombres tienen más riesgo de morir por COVID-19 y las mujeres de infectarse, y aun cuando se estudia la diferencia inmunológica entre sexos y grupos poblacionales, por género se postula que el riesgo elevado en los hombres puede estar relacionado a una mayor exposición al hábito de fumar y tener mayor prevalencia de enfermedades pulmonares, mientras que las mujeres a infectase, por ser las principales cuidadoras.
Como observamos, en el ámbito de la salud, el género no es sólo un aspecto determinante de inequidad, sino un eje explicativo de muchos de los factores que intervienen en el enfermar y morir de mujeres y hombres, de ahí que incluir esta perspectiva, además de los factores biológicos y las diferencias corporales en el desarrollo de políticas y estrategias enfocadas en el bienestar y desarrollo de la población, beneficiaría en mucho a nuestras sociedades y empresas, en donde la equidad será el medio; la igualdad, el resultado.