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Ansioso vacío

Por: MBA. Horacio Marchand Flores
Fundador de Hipermarketing.com, el portal más grande de mercadotecnia en Iberoamérica
@HoracioMarchand

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¿Qué le pasa al mundo? Parece estar desbocado en redes buscando consejos, respuestas, soluciones y recetas para ser más atractivo, millonario, espiritual, un tigre en la cama, frenar la vejez, tener más energía, conocerse a uno mismo o sobre cómo persuadir a otros. Tanta euforia quizás pudiera estarnos diciendo que: sabemos trabajar y producir, pero no sabemos vivir.

En pleno siglo 21, en lo que podría asumirse como el pináculo de la civilización, nos estamos destruyendo internamente. Vemos los avances en lo externo, pero interiormente nos sentimos atrapados y oprimidos por un sistema donde participamos como insumos desechables.

No conocemos nuestra psique y estamos enfrentados a un mundo donde el colectivo subordina al individuo. No sabemos ser esposos cuando nos casamos, no sabemos ser padres cuando llegan los hijos, no sabemos de sexo porque aprendimos de un canal pornográfico, no sabemos manejarnos a nosotros mismos porque sólo nos enseñan a manejar empresas.

Estudiamos sí, pero para ser complacientes y encajar, más que para ser críticos e innovar. Lucimos indoctrinados para pertenecer a la Gran Maquinaria productiva donde nosotros, gracias a la hiperespecialización y las economías de escala, seremos los expertos en mover diligentemente una pequeña tuerca, todos los días.

Sabemos de resistencia de materiales, contabilidad de costos y sistemas de información, pero no nos conocemos en lo personal. No sabemos identificar nuestras emociones ni lidiar con ellas, las relaciones interpersonales nos confunden y nos desgastan, los vínculos matrimoniales, festivos en sus inicios, cada vez más terminan siendo dolorosos y destructivos.

Somos analfabetas emocionales.

En los negocios, paradójicamente, los problemas son más de personas que de negocios.

El tema no es que los empleados no sepan de logística, sino que no saben interactuar con otros, no se comunican bien y están atrapados en un ego inflado. Como no se conocen ellos mismos, no pueden conocer a otros.

La salud emocional y el autoconocimiento son claves para la salud de un negocio. Las empresas que quiebran, lo hacen porque primero quebraron sus directivos en lo personal. Los países retrógrados lo son porque sus líderes son retrógrados en su persona.

Ante este gran vacío de conocimiento y consideración hacia cómo vivir, buscamos respuestas en las redes. Al parecer ahí están todas; a donde navegues hay expertos y pseudoexpertos dando consejos de todo.

Infelizmente, hay muchos expertos desangelados y sin carisma y muchos pseudoexpertos fascinantes y populares que se convierten en influencers. La pregunta es: ¿influyen hacia dónde? El vacío existencial es tan grande, que abundan inocentes naufragando en el vacío y que son presas fáciles de falsos gurús, chamanes e improvisados.

Así como hay bien intencionados, calificados o no, y que promueven: dejar el alcohol, reducir el consumo de azúcar y hacer ejercicio, los hay torcidos y perversos que promueven: cómo practicar "bien" la anorexia y la bulimia, lo "bueno" que es la masturbación diaria "para la próstata" y donde comprar suplementos mágicos, pero "garantizados".

¿En manos de quién estamos? Hay fake news, fake lives y fake gurús. El internet nos trae lo mejor y lo peor del mundo, por eso estamos obligados a desarrollar el criterio y la seguridad en nosotros mismos para distinguir entre ambos.

Cada generación tiene que aprender algo y transmitirlo a la siguiente. Esto debe ser un grito a la comunidad educativa y de negocios, así como a los formadores de personas en general. No podemos dejar a la niñez sola, replicando nuestro frágil modelo de vida y endosándoles nuestra propia confusión.

Educar para vivir, además de educar para trabajar.