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Empoderamiento o autonomía

Por: DCH. Edgar Josué García López
Doctor en Ciencias y Humanidades, por la UNAM y la UAdeC; investigador de la UCEM y del GICOM
edgarjosuegl@hotmail.com

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En los últimos años el concepto de empoderamiento ha tomado diferentes connotaciones, en sentido estricto, el término proviene del inglés empowerment que significa tomar poder sobre algo; en el campo de la sociología, donde inicialmente se forjó la palabra, representa tener acceso a controlar diversos recursos para incrementar la puesta en marcha de capacidades políticas, sociales y económicas, con el fin de concretar cambios revolucionarios sobre un orden establecido.

En el ámbito organizacional empoderar se ha comprendido desde su origen como la capacidad que tienen las empresas para distribuir el poder entre todos o algunos de sus integrantes, de tal manera que estos sean capaces de asimilar los procesos de toma de decisiones de manera exitosa, sin necesidad de un acompañamiento constante por parte de sus directivos, es decir, que determinados colaboradores tengan el poder de ser agentes de cambio en sus propios entornos de influencia.

Este proceso resultó en diversos casos de éxito durante mucho tiempo, no obstante, al extrapolarse a otros planos de la vida social, comenzó a ser cuestionado sobre el papel que juegan los terceros en esta dinámica. La idea de distribuir, dar u otorgar el poder, por parte de uno hacia el otro, es lo que ha generado el suficiente ruido como para ser objeto de análisis; ya que justamente, entendido así, se resta poder a uno mismo, se subestiman capacidades de obtenerlo por cuenta propia.

Por otro lado, los defensores del fenómeno argumentan que es posible hablar de una capacidad de darse poder a sí mismo para conseguir el cumplimento de sus objetivos o aspiraciones. En ese sentido el empoderamiento se entiende como una capacidad humana que no implica ser objeto de otros, sino donde cada quien es capaz de gestionar lo que necesita. Bajo esta perspectiva la colectividad toma otra dimensión, ya que de igual forma en que es capaz de facultarse de manera individual, también lo es en un sentido cooperativo, de hecho, hay quienes postulan mayores ventajas de un ejercicio en red que de uno en solitario, como en el caso del empoderamiento femenino, por mencionar sólo el ejemplo más emblemático.

Es en este planteamiento en que otras concepciones toman mayor fuerza, como el caso de la autonomía, que significa etimológicamente gobernarse a uno mismo, excluyendo la presencia de otros en la toma de decisiones, esto en contraposición de la heteronomía que precisamente hace referencia a vivir según las normas que externos imponen sobre la voluntad propia.

Visto así, la heteronomía no encuentra mayor resistencia en sus procesos, al contrario, se fortalece de la sumisión, la ignorancia, la indiferencia y la resignación o la comodidad de quienes la viven; y es solamente cuando este sistema confiere espacios para que otros practiquen el control sobre determinadas condiciones que es posible hablar de empoderamiento. El poder, desde esta postura, es un capital que se concede y no que se gana, mucho menos que se construye; lo cual, por supuesto, no cae nada bien entre quienes consideran que el ser humano debe tener la libertad de agenciar su potencial. Por ello la autonomía es comprendida como la facultad de obrar con criterio propio e independencia.

Sin embargo, la autonomía también encierra algunas trampas en las que es fácil perderse, y es que en muchos casos se le comprende como la imperiosa negación de los demás, como un camino que sólo en solitario es posible. Quizá sea necesario hablar de una autonomía responsable, en la cual se eviten tendencias extremistas. Esta configuración se propondría como el grado en el que todos los individuos gozan de libertad en sus elecciones personales, y de voz y voto en las decisiones grupales que afectan su vida.

La autonomía responsable, como un sistema autoorganizador, debe trabajar constantemente para construir y reconstruirse, para diseñarse y rediseñarse según las necesidades que genera la transformación de su contexto; es por ello que requiere derrochar toda su energía en esa adaptación a las circunstancias en que se desarrolla; lo que de acuerdo al segundo principio de termodinámica implica forzosamente extracción energética externa. Paradójicamente, para ser autónomo se debe depender del mundo exterior; una dependencia que, además, resulta ser también informativa, ya que todo ser vivo obtiene información del mundo externo para organizar su comportamiento.

En este punto, hay suficientes elementos para introducir la imagen de un empoderamiento autónomo, así es, lo mejor de ambos fenómenos sociales; una conducta que conste de la capacidad de hacerse de poder por cuenta propia y ejercer con responsabilidad a partir de un pensamiento crítico, en una interacción dinámica con otros; una relación de autoridad y autodeterminación que haga valer con dureza el derecho a gestionar las propias facultades. 

Cinco puntos clave para comprender la relación entre empoderamiento y autonomía:

  1. Empoderamiento es la acción de hacerse con el poder para obtener algo.
  2. La mayor crítica que se hace al empoderamiento es la participación de terceros, al considerar que el poder se otorga y no se autogestiona.
  3. Autonomía es la oposición a un proceso donde se siguen normas impuestas por otros. Es un proceso de autogobierno y autocontrol.
  4. La trampa de la autonomía radica en creer que no es necesaria la relación con los otros, por ello se postula la necesidad de una autonomía que no sea extremista y apele a la construcción de cultura de participación. 
  5. Un empoderamiento autónomo involucra la capacidad de hacerse con el poder por cuenta propia, sin depender de que otros lo concedan, pero sin rechazar la dinámica en red, ni la posibilidad de un empoderamiento colectivo.

El empoderamiento autónomo deberá colocarse en un contexto de constricciones de diversos tipos cuyos límites están acotados por las obligaciones y los derechos de los demás, quienes, por cierto, buscarán alcanzar sus objetivos, condicionados por el resto de la comunidad. La noticia es que también es posible emprender una lucha por alterar aquellos límites, patrones o condiciones en que se vive, si estos ya han sido rebasados; para lo cual se debe ser consciente de lo que implica promover cambios en una sociedad que persigue mantener un perímetro de prácticas socialmente reconocidas como válidas y con una autonomía acotada.