
En los últimos meses pareciera que la juventud en Internet ha tomado un nuevo despertar cuando se trata de la situación del mundo y los contenidos que consumen. En mayo del 2024 la influencer de TikTok Hayley “Baylee” Kalil apareció en la alfombra roja del Met Gala (un evento famoso por el uso de extravagantes vestidos, trajes y accesorios por parte de sus asistentes) donde la famosa pensó que sería buena idea grabar un video posando con su vestido mientras doblaba el infame audio de María Antonieta con la frase “dejen que coman pastel”, lo cual desencadenó que miles de usuarios en redes sociales bloquearan la cuenta de “Baylee” junto con otras celebridades en un intento por reducir la cantidad de dinero que ganan en esas plataformas
Para los que no conozcan la historia, la frase “dejen que coman pastel” pertenece a la revolución francesa, donde el pueblo reclamaba a sus reyes el estado de pobreza en que vivía, a lo que María Antonieta –miembro de la familia real– respondió con ironía “pues dejen que coman pastel”, mostrando su evidente desconexión con la realidad de su propio pueblo.
En el caso de la influencer mencionada las consecuencias de su video fueron el reflejo de una situación clara que existe con los llamados “creadores de contenido” enfocados en temas frívolos como la moda, los lujos y el consumismo, que, sumados a un evento como el Met Gala que cobra a sus asistentes la cifra de 75,000 dólares por persona, terminaron hartando a un público que todos los días ve noticias sobre guerras, hambre y pobreza en sus respectivas comunidades.
Lejos quedaron los años “dorados” en países como Estados Unidos y Canadá donde la opulencia y el consumismo eran el perfecto ejemplo de un capitalismo rampante y enajenador para su juventud. Actualmente, ambos países enfrentan graves cifras en inflación, pobreza, migración, declive en la salud mental e inseguridad.
Para la generación Z, crecer en un mundo donde la pandemia por COVID-19, las guerras en el Medio Oriente y Ucrania, así como el terrible daño que ha ejercido la crisis mundial económica en sus sociedades les ha planteado un panorama muy diferente al que influencers como Hayley Kalil decía pertenecer mientras grababa su video de disculpa en un departamento que fue señalado por costar más de 17 mil dólares al mes y que enfrentó severas críticas por parte de propios y extraños, desencadenando el movimiento llamado blockout, que proviene de una palabra compuesta en inglés que podría traducirse como “bloqueatón” y se describe como esa estrategia que implementaron decenas de miles de usuarios en redes sociales para bloquear a estos personajes con el objetivo de impactar de forma negativa en el alcance que tienen y, a su vez, disminuir su atractivo para las marcas que los contratan para hacer publicidad.
Este caso no es único ni aislado, las celebridades que han demostrado una desconexión con la realidad y un clasismo casi “incidental” en sus declaraciones han sido objeto de cancelaciones y abarcan desde luchadores como Hulk Hogan hasta magnates billonarios como Elon Musk, pasando por creadores de contenido como MrBeast, Drake y otros.
El clímax podría señalarse con el asesinato del CEO de la aseguradora UnitedHealthcare a manos del estudiante Luigi Mangione, acto que fue celebrado por millones de personas dejando algo claro: la conciencia de clases es algo que las nuevas generaciones han adoptado y sus ramificaciones en el mundo real apenas se han comenzado a ver en nuestra sociedad.