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ECONOMÍA

El nuevo Silicon Valley: Rusia, China y Mongolia como futuras potencias tecnológicas

Por: DA. José Ramón Álvarez González
Desarrollador de negocios, especialista en Comercio Exterior y Logística
ramonalvarezslp@gmail.com

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La evolución de las tecnologías de la información y la creciente competencia global han impulsado la búsqueda de nuevos centros tecnológicos fuera de los ya existentes en Estados Unidos (Silicon Valley y Boston) y Europa (Alemania, Reino Unido, Francia, Suecia, Países Bajos, Italia, Dinamarca, Finlandia y España). En este contexto, Rusia, China y Mongolia se están posicionando como actores clave en Oriente, moldeando el futuro de la tecnología mundial; un fenómeno que algunos analistas han comenzado a denominar el "nuevo Silicon Valley".

En las últimas décadas, China ha liderado la transformación tecnológica a nivel global. Su ecosistema tecnológico, que incluye a gigantes como Alibaba, Tencent y Huawei, ha demostrado una notable capacidad para innovar en sectores como la inteligencia artificial (IA), las telecomunicaciones 5G y el comercio electrónico. El país ha realizado inversiones significativas en investigación y desarrollo, superando a muchas economías occidentales; en 2021 las empresas chinas comenzaron a adquirir más tecnología alemana para fortalecer su capacidad industrial; en Francia la estrategia "Going Global" de China ha permitido a sus empresas adquirir tecnología avanzada que antes era dominada por compañías francesas.

Además, el gobierno chino ha implementado políticas que fomentan la digitalización y la creación de centros tecnológicos en ciudades como Shenzhen, Beijing y Shanghái; Shenzhen ha pasado de ser un pequeño pueblo de pescadores a una megaciudad con más de 20 millones de habitantes; Beijing ha centrado sus esfuerzos en la digitalización de sectores como salud y educación, así como sistemas inteligentes para el control de la contaminación y, por último, en Shanghái se ha mejorado la eficiencia operativa de la ciudad debido a los sistemas avanzados para el transporte público y la gestión de servicios urbanos.

China se proyecta como líder mundial en IA para 2030, lo que incluye tanto avances comerciales como aplicaciones en defensa y vigilancia, generando tensiones con Occidente. Su estrategia, conocida como la "Nueva Ruta de la Seda Digital", busca aumentar su influencia en Asia, África y América Latina, consolidando su posición como potencia global y desplazando a los tradicionales hubs tecnológicos.

Rusia ha comenzado a destacarse en el ámbito tecnológico a pesar de las sanciones internacionales y la presión geopolítica derivadas del conflicto en Ucrania; el país ha centrado sus esfuerzos en tecnologías emergentes como IA y ciberseguridad. Ciudades como Moscú y San Petersburgo están surgiendo como centros de innovación, en Moscú se encuentra la Fundación Skólkovo, un parque que se ha convertido en el principal centro de innovación del país, este espacio no sólo apoya a más de 250 start-ups, sino que ha recibido inversiones importantes, acumulando más de 400 millones de dólares en subvenciones; en San Petersburgo existe una base educativa y científica excepcional, ya que se encuentran instituciones reconocidas, como la Universidad ITMO, que se centra en tecnologías avanzadas. Sin embargo, para Rusia las tensiones geopolíticas y la fuga de cerebros son obstáculos significativos. A pesar de estos desafíos, el gobierno ruso ha lanzado iniciativas como el "Proyecto Nacional de Economía Digital" para modernizar su infraestructura.

Mongolia está comenzando a ser reconocida como un actor emergente en el sector tecnológico, ha aprovechado su ubicación estratégica entre Rusia y China para desarrollar una plataforma digital que podría servir como un puente tecnológico entre ambas potencias. El país ha invertido en infraestructura digital y ha promovido un ecosistema para start-ups tecnológicas como las Fintech y el comercio electrónico que están creciendo rápidamente gracias a una población joven y educada. Se ha lanzado la estrategia "Mongolia Digital 2030" para atraer inversión extranjera, además de la creación de centros de datos ecológicos alimentados por energía eólica y solar que ha llamado la atención de inversores internacionales interesados en trasladar su infraestructura a este entorno más sostenible.

El potencial de estas naciones no sólo radica en su capacidad individual para innovar, sino en las sinergias que pueden surgir de su proximidad geográfica, China y Rusia ya colaboran en proyectos de telecomunicaciones e inteligencia artificial, y Mongolia puede beneficiarse al convertirse en un nexo entre ambos, dando como resultado que la transformación de estos tres países dé lugar a un centro de innovación en el hemisferio oriental, el cual no sólo reconfigurará el mapa tecnológico mundial, sino que marcará el inicio de una era de competencia global.