En los últimos años se ha fortalecido la tesis financiera abanderada por el inversionista Warren Buffett, que recomendaba tener casi el 100% de los recursos trabajando o invertidos, mencionando que mantenerlos en efectivo (cualquier activo líquido en menos de un mes) era una mala inversión, por la naturaleza de este activo a perder valor en el tiempo, supuesto que siempre ha sido una realidad y más con la reciente impresión de “dinero fiat”, encabezado por la reserva federal en Estados Unidos.
En un mundo apalancado hasta los dientes, pero con mercados e instrumentos financieros, inmobiliarios y de consumo subiendo sin falla durante once años, pocas eran las inversiones que no resultaran en un rendimiento atractivo. Con una economía global circulando casi en cualquier industria, las necesidades de capital en las empresas fueron fáciles de satisfacer con los ingresos corrientes o, en su defecto, el conseguir una deuda revolvente a bajo costo era sencillo, por esto las personas a cargo de las decisiones financieras en las empresas nos acostumbramos a maximizar el beneficio de los activos e irnos desprendiendo cada vez más del capital en efectivo, buscando colocarlo en donde fuera mejor aprovechado y generara mayores rendimientos, aumentando la partida de ingresos financieros en el estado de resultados a costa de liquidez.
Cuando la economía está sana, decidir cuánto efectivo tener a la mano en una empresa puede ser difícil. Cada peso que se tiene inactivo en un banco es un peso que no produce, pero tener un exceso de reservas financieras coloca a cualquier negocio en una posición de fortaleza, especialmente cuando se enfrenta a una recesión. Durante esta crisis, se demostró que empresas con poca liquidez en sus cuentas y un apalancamiento agresivo no pudieron o han tenido dificultades para cumplir sus compromisos a corto y mediano plazo; resultando en despidos de capital humano al que se le invirtieron recursos, venta de activos a valores de remate, endeudamiento de alto costo o hasta bancarrota. Mientras que las empresas con liquidez y poca deuda se están viendo premiadas en las bolsas por los inversionistas dispuestos a comprar en épocas inciertas, pues son las que podrán sobrevivir con mayor probabilidad, captar el mercado desatendido por competidores que no lo lograron, renegociar favorablemente con proveedores, obtener descuentos, prepagar para obtener beneficios publicitarios, fortalecer la presencia y dominar la industria en el largo plazo.
Bill Gates, fundador de Microsoft, una de las empresas con mayor crecimiento en los últimos tiempos y que históricamente ha sido favorecida por los inversionistas en bolsa, alguna vez dijo: “obtuve este enfoque increíblemente conservador de que quería tener suficiente dinero en el banco para pagar la nómina de un año, incluso si no recibíamos ningún pago”.
Si bien el efectivo puede verse como un obstáculo para el crecimiento durante los buenos tiempos, es esencial para sobrevivir durante los malos. Y como el gran inversor Peter L. Bernstein dijo: “la supervivencia es el único camino hacia la riqueza, se debe intentar maximizar el rendimiento sólo si las posibles pérdidas no amenazan su supervivencia y se tiene una necesidad imperiosa en el futuro de las ganancias adicionales que podría obtener”.
Considero saludable mantener, al menos, dos meses de necesidades de capital de trabajo en efectivo en un escenario normal o cinco meses en escenarios de austeridad ligada a una crisis. No ser demasiado codicioso con respecto a la utilización de tus recursos. El mismo “Oráculo de Omaha” ha cambiado de opinión, pues el fondo de inversión que maneja (Berkshire Hathaway Inc.), actualmente tiene entre 35 y 40% de sus recursos en efectivo (Yahoo finance, CNBC, Gurufocus), que usará para aprovechar las oportunidadades que brinda en épocas de recesión para obtener posiciones con gran futuro a valores de descuento.
En épocas de incertidumbre económica, liquidez es poder.