Tuve la gran fortuna de visitar Grecia en septiembre y octubre de 2023, esperando hallar todo lo que se ve en redes sociales, películas y en nuestros libros o clases de historia. Regresé habiendo encontrado todo y mucho, pero mucho más. Volví a casa extasiado y agradecido de poder ser testigo en primer plano de todo lo que este país aportó a la humanidad. Realmente es una tierra de dioses y titanes…
La República Helénica es un país europeo cuyas costas y más de mil islas se bañan con el mar Mediterráneo; se encuentra en frente de la costa turca y tiene frontera con Macedonia del Norte, Albania y Bulgaria; países balcánicos que comparten historia y cultura por su anexión al imperio Otomano en el siglo XV. Es un país con más de 10 millones de habitantes, es un estado que profesa el cristianismo ortodoxo y es, además, miembro de la Unión Europea y la zona euro.
Grecia es considerada la cuna de la civilización occidental por distintos factores: por asentamiento (los más antiguos), la política (democracia), la filosofía y el estudio de la historia (humanismo) y, por supuesto, por aportar las bases que le permitieron al Imperio Romano convertirse en una superpotencia. Como lo estipuló el gran Horacio: “La Grecia conquistada, conquistó al bárbaro conquistador” … haciendo alusión al valiosísimo legado que “tomó prestado” el pueblo del Lacio al hacerse con el territorio de los helenos en el siglo II a. C. Tanto así que los dioses romanos son “copias”, cambiando únicamente los nombres: Zeus-Júpiter, Ares-Marte, etc.
Lo que aportó Grecia en primer lugar y posteriormente Roma a occidente va más allá de exámenes para pasar de año y de películas taquilleras. La famosa democracia, que políticos y falsos líderes contemporáneos juran tanto defender, nació aquí (era algo diferente a la actual); ¿los juegos olímpicos?, adivinaste, 100% griegos (reformado por Francia en el siglo XIX para crear una competencia deportiva internacional). La filosofía (amor a la sabiduría) es la esencia de aquella cultura; la arquitectura, diseñada por genios forjados por Zeus y bendecidos con el ingenio de Atenea.
He aquí un resumen de la novela: hay que dividir la vastísima historia y etapas que posee este país, ya que Aquiles, Leónidas, Alejandro Magno (macedonio, no griego) o Sócrates vivieron en distintas épocas en la línea de tiempo helena; algunos se llevan 100 años, otros, más de mil. La civilización griega germina en las islas Cicladas (Santorini, Mykonos, Naxos) en torno al año 3,200 a. C. y posteriormente en Creta con la cultura minoica (el laberinto y el minotauro nacen aquí) en 2,700 a. C.; finalmente los micénicos absorbieron esta última en los 1,500 a. C. Una de las aportaciones más ricas de los micénicos fue su escritura, llamada Lineal B, una especie de protogriego. Ya para el 1,200 a. C. inicia una etapa de decadencia conocida por los historiadores como la Edad Oscura, ya que no existen casi datos sobre esta época de sequía cultural.
Sería hasta el siglo VIII a. C. que resurgiría, para fortuna de todos, la magnífica civilización helénica, y el hecho que marcaría el inicio de la gloria helena serían las Olimpiadas en 776 a. C. Es justo la época en que el poeta Homero nos haría soñar con lugares lejanos y emular a héroes y semidioses, incluso hasta la fecha, con obras magnas dignas exclusivamente de su pluma y puño: La Ilíada y La Odisea. En los siglos V y IV a. C. los persas ya habían conquistado gran parte de la península helénica y sus alrededores, poniendo en jaque la libertad y cultura griega, dando paso a las guerras médicas, entre ellas las famosas batallas de las Termópilas y Salamina, logrando poner un alto al expansionismo persa.
Posteriormente, Alejandro Magno –unificando la esencia helena– creó un imperio tan vasto que llegaría hasta la India, incluso haciéndose del territorio persa. 200 años después, Roma conquistaría la península griega anexionándola a su imperio; y al momento de su división, pasaría a ser parte del imperio bizantino. Cuando Mehmed II y sus jenízaros toman Constantinopla (capital bizantina) en 1453, Grecia es absorbida por el gigantesco imperio otomano hasta su independencia en 1821.
Concluyo con Platón: “No hay ser humano, por cobarde que sea, que no pueda convertirse en héroe por amor…”