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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La meritocracia de las Big Tech

Por: LI. José Eduardo Carrillo Castillo
Gerente de sistemas e informática STRATEGA Consultores
eduardo.carrillo@strategamagazine.com

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Fue en 1958 cuando el sociólogo Michael Young publicó el libro The rise of the meritocracy, en el cual describe un futuro en el que una élite de personas talentosas se imponía sobre el resto, él decía que el mérito es igual a la inteligencia + el esfuerzo, los poseedores de esas “virtudes” serían localizados desde muy pequeños con base en exámenes, calificaciones y una educación privilegiada, para así ser recompensados ante la sociedad, dejando de lado a todos aquellos que no tuvieran las mismas “virtudes”.

Fue así como comenzó a tomar fuerza la idea de la meritocracia, fue un libro mal interpretado, ya que en él describe una pesadilla al estilo 1984, de George Orwell, y para nada una utopía, es curioso que, hoy en día, la meritocracia sigue siendo una creencia arraigada a la idea de que sólo basta esforzarse día y noche por lograr un sueño con el fin de alcanzar una verdadera movilidad social, es natural que creamos aún que el sistema meritocrático funciona, ya que fue la revolución francesa la que terminó de implantar en el consciente colectivo las ideas de igualdad de oportunidades, libertad para el ascenso social y la búsqueda del propio bienestar, ideales que, a su vez, entran en conflicto porque la igualdad le pone límites a la libertad y viceversa, basta observar a los antivacunas.

El problema con la meritocracia actual es que se nos vende la idea y la supuesta “fórmula” de que basta tener un garaje, meditar 10 minutos, dormir 8 horas y leer 10 páginas a lo Steve Jobs para que nuestros sueños se hagan realidad, ignorando por completo el contexto que ha forjado a cada individuo. Si vemos a la meritocracia desde la probabilidad, los casos como el de Steve Jobs, Bill Gates, Elon Musk o Albert Einstein son muy poco probables, tan raros y extraordinarios que se terminan haciendo libros, series, películas y biografías (muchas veces inventadas y adaptadas para el cine) para seguir potenciando el argumento de la meritocracia, no es que tú, estimado lector, no vayas a lograr algo con tu vida si te esfuerzas, claro que para todo proyecto y propósito se necesita el esfuerzo, pero es necesario ser realistas y tener cuidado con el daño a la salud mental que significa el idealizar demasiado las cosas. Hoy en día, está más que demostrado que el ser humano está lleno de sesgos inconscientes, los cuales lo llevan a la selección de pareja, colaborador o amistad, al seleccionarlos inconscientemente por características como altura, color de piel, género sexual, estatus social, etc.

¿Se puede confiar en la meritocracia cuando sabemos que los sesgos existen?  Basta leer el ensayo del antropólogo David Graeber, Bullshit Jobs, para entender por qué proliferan los trabajos que no generan un valor en sí o leer la obra del filósofo surcoreano Byung-Chul, La sociedad del cansancio, para razonar cómo estos tipos de trabajo están llevando a los individuos a una explotación de sí mismos con el argumento de la meritocracia.

Es por eso que la industria big tech comienza a ser consciente de que la meritocracia sólo puede ser demostrada a través de la práctica y de las habilidades, alejándose de los sesgos mencionados, para seleccionar a los mejores talentos, al final del día son estas empresas las que utilizan dichos sesgos para aumentar su economía de la atención; en Corea del Sur, por ejemplo, se hacen concursos para fondear start- ups, donde el CEO es elegido si demuestra que tiene las herramientas y es consciente de las tendencias del mundo económico, las empresas big tech comienzan a realizar hackatones (evento donde cientos de personas trabajaban gratis, de forma colaborativa, para resolver, en un máximo de 48 horas, un reto impuesto por una organización) en lugar de reclutamientos clásicos de personal, donde se pone a prueba a las personas que de verdad han dedicado tiempo y esfuerzo en aprender su vocación, de esta manera, y para los pasos que el mundo da de forma acelerada en el rubro tecnológico, los CEO y los empleados de las empresas en tecnología big tech ya no requieren mostrar un título profesional, sino más bien demostrar sus talentos a la hora de desarrollar, dirigir y crear algún proyecto, el mundo va tan rápido después del COVID-19 que ciertamente los alumnos que entran hoy a las universidades, 5 años después saldrán “listos” para un mundo que ya no existe y es por eso que se comienzan a cuestionar las carreras profesionales, sobre todo del sector tecnológico, es momento de irse adaptando a los modelos de la big tech y prepararnos para los tiempos venideros, se necesita potenciar la búsqueda de talentos, y alejarnos de los sesgos y sistemas que nos hacen perpetuar la falsa meritocracia en la que vivimos.

Será prudente poner qué son entre paréntesis, no sé si el lector promedio conozca el término. (evento donde cientos de personas trabajaban gratis, de forma colaborativa, para resolver, en un máximo de 48 horas, un reto impuesto por una organización).