INICIO | CIENCIA Y TECNOLOGÍA
CIENCIA Y TECNOLOGÍA

De monetización y otros demonios en las redes sociales

Por: LCC. Gabriel Moreno Rodríguez
Productor; académico en el ITESM; director de noticias; analista en temas de tecnología y CEO
@gabofanfare

Share This:

De acuerdo al diario El País, en España 1 de cada 3 niños quiere ser youtuber, streamer o influencer, mientras tanto en Brasil, según la encuesta realizada por el Banco Itaú, 96% de los niños pertenecientes a dos de las favelas más pobres del país sueñan con ser estrellas digitales. ¿Y en México? Con información de la encuestadora Kantar, un 23 por ciento dijo que influencer; un 20 por ciento, youtuber y un 10 por ciento, gamer o creador de videojuegos.

El fenómeno y la popularidad que ha tenido la llamada “economía de la creación de contenido”, que engloba a youtubers, blogueros, tiktokers, instagrammers, streamers, videojugadores profesionales y muchos otros rubros, ha desplazado a otras profesiones que antes eran consideradas “los sueños” de niños, jóvenes y hasta adultos.

Atrás quedaron los años cuando ser futbolista profesional, estrella de rock, actor de cine o conductor de televisión eran las grandes metas para millones de personas en el mundo, ya que la democratización de las redes sociales y la explosión en la generación de información –gracias a la nueva accesibilidad en producción audiovisual que nos dan los teléfonos y las computadoras– han puesto al alcance de millones de personas el sueño de ser creador de contenido.

Una sola página en Facebook que posea un video exitoso, que sume en millones las reproducciones, puede llegar a recaudar arriba de 20 mil pesos mensuales en anuncios incrustados por la red social, antes, durante y al final del video; y en YouTube, las cifras pueden ser mayores.

En el caso de TikTok, la red social favorita de los jóvenes menores a 18 años, los influencers gozan de ganancias millonarias al crear y/o participar en retos virales, tendencias y otro tipo de generación de contenido. Personalidades como Charli D’Amelio, Addison Rae y Bella Poarch reportaron ganancias cercanas a los 10 millones de dólares al año.

Otros influencers emanados de YouTube, como Kimberly Loaiza y Luisito Comunica, han expandido sus imperios más allá de las redes digitales con exitosas carreras musicales y marcas de restaurantes, respectivamente.

Durante la pandemia plataformas como Twitch recibieron un crecimiento de tráfico considerable y el surgimiento de personalidades de Internet con seguidores que se cuentan en los millones, como es el caso de los españoles Ibai Llanos y AuronPlay.

En México “El Mariana” y Juan Guarnizo, dos de los streamers más populares en dicha plataforma, recaudan ganancias mensuales superiores a los 200 mil pesos, cantidad que se calcula únicamente en “suscriptores” (término usado para los donativos mensuales por parte de sus seguidores) y dejando fuera los cientos de miles de pesos que reciben en patrocinios y donativos adicionales que usuarios vierten en sus transmisiones que suelen durar de 3 a 4 horas diarias, cinco días a la semana.

La monetización de todos estos y millones más de creadores de contenidos ha demostrado ser una nueva y atractiva forma no sólo de hacerse famoso con relativa poca inversión, sino también de crear un auténtico estilo de vida que ha vuelto el entretenimiento algo más personalizado para millones de personas que hacen uso de Internet todos los días.

Sin embargo, es importante mantenernos informados de las personas que siguen nuestros seres queridos, ya que los escándalos y las denuncias contra una gran cantidad de streamers están a la orden del día y ha mostrado que, en la desesperada búsqueda por llegar a la fama digital, en ocasiones terminamos haciendo famosas a las personas equivocadas.