El 22 de abril de 2022 es una fecha que el futbol mundial va a recordar por mucho tiempo. En el marco de una final de Champions League Femenina, el Barcelona aplastó al Wolfsburgo 5-1 en un Camp Nou completamente lleno. Eso significa un hito para el deporte por ser el récord de asistencia a un partido de categoría femenil.
Esa final se jugó un miércoles con lluvia, pero eso no detuvo a los más de 90 mil aficionados que se dieron cita en el estadio para romper el récord anterior que, curiosamente, se había establecido en el mismo estadio en un clásico ante el Real Madrid. Esto es un reflejo del importante crecimiento que vive el futbol femenino.
Las futbolistas han trabajado mucho en todos los niveles posibles para derribar las miles de barreras que muchas veces les bloquean el camino. Están los ejemplos de la búsqueda de equidad salarial, la falta de apoyo para el desarrollo de nuevos talentos y el impulso comercial que es común en su contraparte varonil.
Muchas veces el discurso para solapar estas inequidades se basa en que el futbol femenino “atrae menos público” que el masculino. Las cifras que el 2022 está arrojando empiezan poco a poco a desbaratar esa enclenque justificación y empiezan a provocar que más y más miradas lleguen al deporte.
Esto ha significado una importante revolución que ha empujado a muchas federaciones a tomar cartas en el asunto. Sólo por mencionar algunos ejemplos, Noruega, Estados Unidos e Inglaterra (entre otros) han regulado sus finanzas para asegurar que sus seleccionados (mujeres y hombres) perciban los mismos salarios por representar a sus países. Esta es una prueba de que se pueden hacer esfuerzos para acortar las brechas salariales.
En México, el futbol femenino también ha mostrado un crecimiento interesante. Poco a poco se ve más gente en los estadios y el nivel en las canchas está creciendo; la realidad es que el mérito de la Liga MX femenil no radica mayormente en la Federación o en las directivas de los equipos.
Quienes están impulsando a la liga son las propias futbolistas. Las jugadoras tienen un gran peso en este desarrollo, ya que con mucho sacrificio siguen apostando por el deporte. No es un secreto, en la liga mexicana la paga es, en muchos casos, muy poco justa. Y es que, aunque algunas jugadoras tienen salarios altos y medianamente justos, la media ve ingresos que promedian entre 5 mil y 10 mil pesos.
Estamos viviendo momentos históricos. Y con el contexto actual se puede pensar de forma positiva, pues cuando un entorno como el deportivo, que tiene tantas miradas encima, evoluciona y se adapta a los tiempos, su influencia lentamente se inyecta en los tejidos sociales.
La revolución del futbol femenino es un ejemplo claro de que los tiempos están cambiando para bien. Hoy podemos disfrutar del talento de figuras como Alexia Putellas, Ada Herberger o Kenti Robles. Pero seguro lo mejor está por venir, hay muchas figuras que aún no conocemos y probablemente tienen mucho que darle al futbol.