
El ser humano siempre ha vivido acompañado, ya sea en manada, en tribu o en comunidades hasta llegar a la construcción social que tenemos hoy en día. Esto nos lleva a interactuar todo el tiempo con las demás personas con las cuales vivimos, trabajamos o coincidimos en algún lugar público.
Hay quien se siente cómodo estando con muchas personas, pero hay quienes prefieren la soledad. Antes era común que los individuos de edad avanzada se fueran quedando solos y ese era su modo de vida, ahora no sólo ellos viven así.
A raíz de la pandemia, donde por razones de salud tuvimos que estar aislados, se hizo común vivir en soledad. Ya no teníamos que asistir a trabajar, realizábamos las labores desde una computadora en casa, las compras se hacían de igual manera y las recibías en tu domicilio, sin tener ninguna interacción con nadie.
Empezamos a desarrollar tres tipos de soledades: la social, donde las reuniones con las amistades eran por alguna plataforma online; la familiar, aunque vivíamos en la misma casa, cada quién ocupaba un espacio propio, incluso los alimentos se hacían de manera individual; y la romántica, las relaciones amorosas también se fueron al nivel virtual, por videollamadas.
Quiero aclarar que no me refiero a ser una persona solitaria que se aísla de los demás por evitar el rechazo o por extrema timidez, me refiero a la gente que quiere estar sola, pero cuando necesita convivir puede hacerlo sin dificultad.
Si bien la soledad en la pandemia aumentó la incapacidad de conectar con los demás, para muchas personas fue un descubrimiento bueno, aprendieron a conocerse y a conectar con ellos mismos.
Entonces, pregunto ¿es buena o mala la soledad? Creo que, como todo, depende del modo en que se utilice, si estamos disfrutando del tiempo a solas con nosotros mismos puede ser algo muy bueno, pero si no es algo que deseamos puede llevarnos a estados depresivos, tristezas y emociones poco agradables y difíciles de controlar.
Ahorita se está haciendo viral un movimiento surcoreano llamado “Honjok”, que traducido sería algo así como “tribu de uno solo”. Se refiere al acto voluntario de vivir en soledad, con o sin compañía. Hay una tendencia a no seguir el formato que impone la sociedad de formar tu propia familia y coexistir en comunidad.
La idea es disfrutar de tu propia compañía, con las ventajas que son vivir solo, como puede ser no tener que avisar ni pedir permiso para salir o quedarte en pijama todo el día.
Otra ventaja es que puedes ser tú mismo, o sea, no tienes que ser, pensar o actuar de cierta forma para quedar bien o agradar a los demás, ya sean familiares o compañeros de trabajo, y así evitar dificultades con ellos.
Piérdele el miedo a la soledad, no siempre está relacionada con la tristeza o la depresión, puedes llevarte una sorpresa agradable al ver que experimentas una sensación de paz y tranquilidad.
Planea tus tiempos para equilibrar tus ratos de soledad y compañía o convivencia con las demás personas. Combina las actividades y no llegarás a los extremos de hartazgo de compañía ni depresión por soledad.
Estar solo por decisión es algo que debemos considerar, usar la soledad como modo de vida no es determinante para quedarte solo el resto de tu existencia.
Lo importante es conocerte para saber si te inclinas por estar solo o acompañado y saber si acercarte a las reuniones o pasar una maravillosa tarde contigo, disfrutando de la tranquilidad y la paz del modo de vida “Honjok”.
A ti, ¿te gustaría la soledad como modo de vida?