“¿Conoces a Luisa? ¡La ‘gorda’ de la esquina! Es la chica que estudia leyes, antes estaba muy pasada de peso, ahora ya no, pero se le quedó el nombre, vive a dieta, no sale con nadie, pobre de ella, está acomplejada”. Y así, la vida de “Luisa” se ve marcada por una etiqueta que le pusieron cuando era niña, un rasgo físico que la llevó a adoptar un estilo de vida que no era el que tenía planeado y vivirá con ese estigma para siempre.
Todos, en algún momento, hemos sido víctimas de los apodos, de esa característica, ya sea física o de comportamiento, que nos diferencia de los demás y nos impacta psicológicamente al ser usada con una connotación burlona. Nadie se libra de tenerlos, hasta los más grandes artistas y personas famosas se han visto afectados.
Una vez puesto el estigma, será muy difícil de quitar. Estos pueden ir cambiando en las diferentes etapas de la vida. Unas de esas peculiaridades serán positivas, otras no. Algunas te las ponen sin que tú tengas conciencia de ello.
Las etiquetas surgen de la primera impresión que causamos en los otros, más que del conocimiento real de los individuos. Muchas veces son proyecciones de los miedos y amenazas que siente quien las pone. Lo que sí, es que no hay que ignorarlas, pueden señalar conductas que, sin darnos cuenta, podemos estar proyectando a los demás.
Como primer punto para deshacernos de una etiqueta está el análisis profundo del contenido, es decir, revisar si tenemos ese comportamiento o característica. Si es falsa, será cosa de un trabajo constante y paciente para librarnos de ella.
Es importante hacernos las preguntas: ¿quién me puso la etiqueta?, ¿en qué me ha ayudado o perjudicado?, esto nos ayudará a darle la importancia justa a la clasificación que los otros nos han otorgado y será más fácil el trabajo personal.
Un segundo consejo es que debemos hacer más notorias las actitudes que desmienten y ayudan a transformar el concepto que se tiene de nosotros. Como complemento podemos pedir apoyo a quienes nos rodean, gente de confianza, que sea una influencia positiva en el cambio de percepción que buscamos.
Ahora, si la etiqueta es verdadera, tenemos que asumir la responsabilidad y actuar en consecuencia, generando un cambio que haga que esa marca se deshaga.
Día a día las experiencias nos van cambiando, ya no somos los mismos de ayer, esos estigmas no corresponden a la realidad. Estamos muy acostumbrados a juzgar, así que nosotros también colgamos etiquetas, haciendo que la percepción que tenemos de los demás se mantenga fija, estática.
Con esto imposibilitamos el que se pueda dar una evolución en el otro. Aparte nos va limitando en la tolerancia y la aceptación de la gente que nos rodea. Estos juicios a priori restan la posibilidad de conocer a los seres realmente.
Estos sellos se quedan en las personas como si fueran un tatuaje, y en nosotros mismos también, definiendo lo que tú eres. Pero, ¿hasta qué punto esas definiciones te influencian? Si es un concepto positivo, deberá alentarte y motivarte, sin embargo, de ser negativo, pueden pasar dos cosas:
La mayoría de la gente acepta la marca, ya que es más fácil adoptar esa postura que hacer el trabajo de cambio, que implica un gran esfuerzo.
A continuación, te doy unos consejos para aprender a manejar las etiquetas y que no se conviertan en determinante en tu vida.
1.- No juzgues a nadie. Tómate tu tiempo para conocer bien a una persona, antes de hablar de ella o de emitir un juicio a la ligera que pueda perjudicarla.
2.- Todos somos iguales. Cada individuo nace con las mismas herramientas para desarrollarse en la vida.
3.- No te tomes nada personal. A veces nos tomamos las cosas muy “a pecho” y eso hace que cambiemos el estilo de vida, los ideales y los intereses, como reacción a lo que hablan los demás de nosotros.
4.- No continúes los chismes. Ya sé que nos encanta hablar de otros, y estar opinando de lo que hacen o son, pero esto contribuye a estigmatizar a las personas y lo peor es que, la mayoría de las veces, lo que decimos no nos consta ni sabemos si es cierto.
5.- Piensa antes de hablar. asi lo que vas a decir no beneficia a alguien, es preferible guardar silencio.
Recuerda, sólo tú tienes el poder de permitir que las etiquetas te afecten o no. Mi consejo: conócete y eso te dará libertad de acción, te brindará la pauta para evolucionar y crecer día con día, siendo siempre mejor persona.
¡No pares hasta convertirte en la mejor versión de ti mismo!