La Corte Suprema de Estados Unidos bloqueó la intención de Donald Trump de poner fin al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que protege de ser deportados a más de 700,000 jóvenes inmigrantes conocidos como dreamers (soñadores). Lo que significa un respiro y un alivio para quienes desde 2017 han estado, literalmente, con el alma en vilo. Los jóvenes salieron a las calles a celebrar el fallo. Para muchos representa un nuevo impulso para empujar, más fuerte, por una reforma legal migratoria que permita una solución permanente para ellos, para sus familias y para los casi 12 millones de indocumentados que habitan en la Unión Americana. La comunidad latina, cantantes, artistas y las cadenas de radio y televisión con mayor influencia entre esa población, manifestaron su beneplácito y armaron coberturas especiales durante horas. Una victoria, sin duda, porque mantiene un grado de protección para esa franja de la población migrante, pero también hace recordar el grado de vulnerabilidad en que se encuentra la enorme cantidad de personas cuyo estatus es considerado ilegal, más que indocumentado.
El tremendo revés que le propinó la Corte Suprema al mandatario norteamericano lo dejó descolocado. En votación dividida, con 5 votos a favor y 4 en contra, el voto definitivo corrió a cargo del presidente de la Corte, el conservador John Robert, que calificó como "arbitraria y caprichosa" la medida de Trump, quien intentó –literalmente– de un plumazo descobijar a esas miles de personas cuya identidad y pertenencia se construyó en suelo norteamericano.
No se discutió el contenido y alcance del programa que se pretendía eliminar ni tampoco se cuestionó la autoridad de Trump para intentar hacerlo y que le permitió recurrir a la Ley Federal de Procedimiento Administrativo para tumbar el DACA, sino la forma en que lo hizo. Así que, queda la puerta abierta para que, si decide volver a intentarlo, pueda hacerlo con fundamentos que pudieran convencer a los tribunales. Obviamente, no se espera que lo haga antes de las elecciones de noviembre, aunque con Trump nunca se sabe. Su discurso y actuación antiinmigrante es parte de su apuesta político-electoral.
"Horrible" decisión la de la Corte, "...ya se ve que no les simpatizo", actúan con "carga política" y demás cosas rumió, de inmediato, Donald Trump, a los jueces, desde su cuenta de Twitter. En contraste, el autor del programa que quedó, por lo pronto, intocado también salió a festejar el fallo. Justo en el mes de julio, el día 15, se cumplieron ocho años del decreto presidencial de Barack Obama que otorgaba protección temporal a centenares de miles de jóvenes, la gran mayoría nacidos en México, siempre y cuando demostraran cumplir con los requisitos para ello.
Estos jóvenes –algunos ya no tanto– forjaron sus identidades en suelo norteamericano en un entorno de familias mexicanas. Su arraigo, su cultura, sus recuerdos, sus experiencias, sus sueños están hechos de esa mezcla. Su identidad y pertenencia tienen que tener un estatus legal que proteja sus derechos y no los mantenga en un eterno limbo, así tengan una precaria protección con el celebrado DACA. El programa no era –y menos ahora– una vía para obtener la ciudadanía. ¿Cuál es o debería ser su nacionalidad o nacionalidades reconocidas? ¿Bajo qué leyes deben estar protegidos sus derechos? ¿Qué puede y debe hacer México con aquellos que, legalmente, tienen nacionalidad mexicana, dado que nacieron de este lado de la frontera, pero cuya vida, identidad y pertenencia quedaron ancladas a la realidad estadounidense? La Cancillería anunció, de inmediato, que mantiene a disposición los consulados para atender y asesorar legalmente a aquellos que se encuentran en los supuestos que permite aquel decreto de protección para no ser deportados. Para México el panorama migratorio es cada vez más complicado y se agrava, aún más, por los efectos de la emergencia epidemiológica. Los dreamers, por su parte, con lo que pasó en la Corte, esos, no volverán a México. Hay un gusto amargo y dulce por lo que eso significa.